Angustias regó las tres orquídeas
que embellecían el jardín de su hogar; aunque semejantes en delicadeza, cada una
mostraba lo níveo y magenta en sus mas variados matices; eran ejemplares
hermosos que regalaban su belleza por temporadas en las que brillaban con luz
propia; y durante su reinado floral
acogían a los visitantes que se adentraban en el jardín de Angustias, formando
parte de un entrañable vergel donde cada planta tenía su historia, su razón de
estar en el lugar que ocupaba.
Angustias acarició una diminuta
huella canina cincelada en un pequeño tramo de cemento en aquel entorno
vegetal; era el recuerdo de un perrillo que otrora formara parte de la familia;
había transcurrido mas de una década y aun conservaba aquella pisada virtual
pues para ella simbolizaba tener presente el andar de la vida aun cuando no
haya palabras que lo nombren; era la constatación de su creencia en el devenir circulo
espiral. Cuando se lo comentaba a Marcelo, este enarcaba sus cejas y la miraba
como diciendo “si para ti es importante y no hace daño a nadie, yo lo afirmo y
lo firmo”. Angustias sentía el latir de cada uno de estos trayectos que como
noria de parque de atracción, repetía el mismo recorrido cual noche que sigue
al día; también palpitaba con el cambio
del compás cardíaco vital cada vez que el ritmo circular trocaba en espiral y se
producía una transformación aparentemente radical en su vida, pero que ella
había aprendido a interpretar como parte de un proceso; ocurría, por ejemplo, ante uniones, separaciones, nacimientos o
muertes o ante la oferta laboral que implicara traslado de domicilio; en definitiva, ante las
despedidas o bienvenidas vitales.
Angustias pensó que en breve las
tres macetas que brindaban orgullosas su colorido, mostrarían un pelado tallo oscuro, refugio de lo latente, casa rural donde hibernar en la que crecerían por dentro
y a su debido tiempo, florecerían con nuevos pétalos, mas atractivos, mas
fuertes, mas embriagadores. Recordó la película “Tierra de penumbras” y
unas de sus frases significativas que
por boca de Anthony Hopkins sentenciaba “El dolor de ahora es parte de la
felicidad de entonces. Ese es el trato”.
Angustias se dijo que saber que placer y dolor van de la mano no la libraba del
miedo a perder el primero y a padecer el segundo; pero equilibraba su sentir al
catalogarlos como ingredientes imprescindibles de toda dieta humana posible:
pasada, presente o futura; así que en su despensa emocional reservaba un
estante libre para los bálsamos de la vida preparados a base de una mezcla de
ejercicios físicos y mentales: estiramientos, especial cuidado a cuello,
lumbares y rodillas, sentido común, amor, humor, ilusión, solidaridad y responsabilidad.;
la proporción adecuada de cada uno de ellos estaría en función de la situación
de aprendizaje.
Angustias sonriendo, disfrutó del “momento orquídea” aunque supiera
que solo era cuestión de tiempo que
transmutara en memoria cromática. Buena
semana.