Flora
se subió al transporte público con una bolsa que agarraba cuidadosamente. Tenía
por delante dos horas de trayecto
durante las cuales la costa aparecería y desaparecería como un Guadiana venido a
mar. En este tiempo tendría la oportunidad de comprobar cómo se habían transformado los lugares por los que otrora transitara para desempeñar su
profesión.
Flora era maestra. Había sido maestra. En realidad aún se sentía maestra
a pesar de que había alcanzado la novena década de vida y llevaba varias sin
ejercer oficialmente como tal.
Flora había depositado a sus pies una figura, escultura de un pariente querido y artista de cierto
renombre que le había regalado meses atrás. Estaba la obra de arte envuelta con
delicadeza para que pudiera soportar los
vaivenes de la carretera sin sufrir desperfecto alguno y encontrara la
ubicación definitiva desde la que ser
admirada por propios y foráneos.
Flora llevaba semanas ardilando la manera de llevar aquella talla a la
iglesia de un pequeño pueblo costero del que fuera la primera maestra y al que,
en esa época ya lejana, debía acceder en barca dada la orografía del
recóndito lugar. Se sentía muy unida al que había sido su primer destino
laboral y su corazón sabía que con la entrega de aquel presente se cerraría
un círculo vital; uno más de los que con el andar de los años había ido
clausurando.
Flora, como mujer independiente y
eficaz que era, empleó tiempo e ilusión en planificar aquella aventura que
estaba a punto de culminar. Contó como cómplice con una antigua alumna que le
preparó un recibimiento inesperado en el que hombres y mujeres, ya padres y madres de familias e incluso
abuelos y abuelas, agasajaron a su mentora de tanto tiempo atrás con el cariño,
la alegría y el agradecimiento más genuinos.
Flora, sorprendida y emocionada, acaba de recibir las imágenes que
atestiguan el evento; y la memoria le hace presente a aquel fotógrafo de su
juventud que para captar la atención de sus clientes, en el momento de
inmortalizar el instante, con su cámara decía PARA LA PROSPERIDAD en vez del
rutinario PARA LA POSTERIDAD. En su caso, ambas expresiones fueron sinónimas.
Flora, satisfecha, sonríe. Buena
semana.