domingo, 25 de mayo de 2014

MOMENTO ORQUÍDEA O EL RITMO CIRCULO - ESPIRAL DE PRESENCIAS Y AUSENCIAS

Angustias regó las tres orquídeas que embellecían el jardín de su hogar; aunque semejantes en delicadeza, cada una mostraba lo níveo y magenta en sus mas variados matices; eran ejemplares hermosos que regalaban su belleza por temporadas en las que brillaban con luz propia; y  durante su reinado floral acogían a los visitantes que se adentraban en el jardín de Angustias, formando parte de un entrañable vergel donde cada planta tenía su historia, su razón de estar en el lugar que ocupaba.
Angustias acarició una diminuta huella canina cincelada en un pequeño tramo de cemento en aquel entorno vegetal; era el recuerdo de un perrillo que otrora formara parte de la familia; había transcurrido mas de una década y aun conservaba aquella pisada virtual pues para ella simbolizaba tener presente el andar de la vida aun cuando no haya palabras que lo nombren; era la constatación de su creencia en el devenir circulo espiral. Cuando se lo comentaba a Marcelo, este enarcaba sus cejas y la miraba como diciendo “si para ti es importante y no hace daño a nadie, yo lo afirmo y lo firmo”. Angustias sentía el latir de cada uno de estos trayectos que como noria de parque de atracción, repetía el mismo recorrido cual noche que sigue al día; también  palpitaba con el cambio del compás cardíaco vital cada vez que el ritmo circular trocaba en espiral y se producía una transformación aparentemente radical en su vida, pero que ella había aprendido a interpretar como parte de un proceso; ocurría, por ejemplo,  ante  uniones, separaciones, nacimientos o muertes o ante la oferta laboral que implicara traslado de domicilio; en definitiva,  ante las despedidas o bienvenidas  vitales.
Angustias pensó que en breve las tres macetas que brindaban orgullosas su colorido, mostrarían un pelado tallo oscuro, refugio de lo latente, casa rural donde hibernar en la que crecerían por dentro y a su debido tiempo, florecerían con nuevos pétalos, mas atractivos, mas fuertes, mas embriagadores. Recordó la película “Tierra de penumbras” y unas  de sus frases significativas que por boca de Anthony Hopkins sentenciaba “El dolor de ahora es parte de la felicidad de entonces.  Ese es el trato”. Angustias se dijo que saber que placer y dolor van de la mano no la libraba del miedo a perder el primero y a padecer el segundo; pero equilibraba su sentir al catalogarlos como ingredientes imprescindibles de toda dieta humana posible: pasada, presente o futura; así que en su despensa emocional reservaba un estante libre para los bálsamos de la vida preparados a base de una mezcla de ejercicios físicos y mentales: estiramientos, especial cuidado a cuello, lumbares y rodillas, sentido común, amor, humor, ilusión, solidaridad y responsabilidad.; la proporción adecuada de cada uno de ellos estaría en función de la situación de aprendizaje.

Angustias sonriendo, disfrutó del  “momento  orquídea”   aunque supiera que solo era cuestión de tiempo  que transmutara en  memoria cromática. Buena semana.





domingo, 18 de mayo de 2014

CUANDO OPTAMOS POR UNA BUENA ALIMENTACIÓN, EL BRILLO DE LA MENTIRA TIENE LAS TONALIDADES DE LA AUSENCIA

Angustias revisaba los periódicos del día, intercambiando con Marcelo algún comentario sobre los acontecimientos mas destacados; desayunaban en una cafetería con vistas al mar; era festivo y ambos compartían este ritual en el que alimentaban estómago y cerebro.
Angustias saboreaba una “tostada dulce de naranja amarga”, como diría Andrés Aberasturi y comparaba el tratamiento informativo desigual de la mayor parte de la actualidad, dependiendo de la ideología rectora del noticiario escrito.
Angustias pensaba en la verdad y en la mentira; en su presencia en la Historia; en si cumplían una función biológica y de ser así, de qué tipo. En coincidencia con el nombre del local en el que ella y Marcelo daban la bienvenida al día de descanso, rememoró a Tibiabin,  la hechicera majorera del siglo XV que convenció a su pueblo  de la rendición argumentando que la invasión les traería bienestar; resultó mentira y los habitantes del lugar fueron esclavizados. Retrocedió mas de un milenio  y acudió a su recuerdo la adivina helena, Casandra, que si bien una y otra vez anticipaba el futuro de manera certera, no había oídos que le otorgaran credibilidad y así, tal como relata con maestría Marion  Zimmer Bradley en “La antorcha”, la ninguneada catástrofe pronosticada, se convirtió en evidencia.
Angustias recapacitando, sentía que la guerra -  individual o colectiva, civil, internacional o mundial -  daba a luz, en un parto con dolor, al siniestro engendro de la mentira; alumbramiento que quedaba registrado en el aire o en el papel (ora virtual, ora material), fechando a partir de ese momento, el comienzo de la realidad oficial y por tanto la verdadera.
Angustias también pensó que a poco que nos descuidemos nos vemos luciendo la colección “Verdad de una mentira, mentira de una verdad” que, progresivamente gana espacio en nuestro fondo de armario, hasta que no nos reconocemos con otros ropajes.
Angustias sorbió el último trago de su aromático café mientras contemplaba cómo Marcelo desparramaba una líquida y anaranjada yema sobre una sólida y blanca clara. Porque ella prefería los matices del dulzor y su compañero era mas de huevos fritos para empezar el día: dos maneras diversas de afirmar la autenticidad de un buen desayuno. Claro que entre ellos, no había guerra (mas allá del voluntario  simulacro de sus prácticas eróticas). Y es que cuando optamos por una buena alimentación, el brillo de la mentira tiene las tonalidades de la ausencia. Buena semana.









domingo, 11 de mayo de 2014

EL CONTROL DEL OMBLIGO ELIMINA EL CENTRIFUGADO DE 800 REVOLUCIONES

Angustias pegó el ombligo a la espalda e instintivamente, colocó las escápulas y  se palpó las crestas ilíacas para ver si miraban en la dirección correcta. Dicho en cristiano, Angustias se sentó bien, erguida, mientras daba la bienvenida a un atardecer cálido, en la terraza de su casa; era el momento antesala de la oscuridad deseada, tanto  el anticipo de la noche como de  la piel de Marcelo; cada vez que recolocaba su cuerpo, Angustias se acordaba del inicio de sus clases de Pilates, acaecida en otra década en la que ser consciente del poder umbilical se convirtió en oferta deportiva de moda  con el consabido emerger de los gurús del apretón de vientre que hicieron su agosto, de enero a diciembre.
Angustias disfrutaba practicando Pilates y aun utilizaba unas pequeñas pelotas de arroz cubierto por varias sopladeras ( globos, para entendernos, pues se sabe que en materia comunicativa,  hay que adaptarse al nivel de quien escucha)  que construyó ella misma a instancia de su monitora de entonces; bien es verdad que cada cierto tiempo reemplazaba el envoltorio; pues aunque el buen vino mejora con el tiempo, el plástico, independiente de su calidad, con el tic tac del reloj, padece una decadencia  decrépita.
Angustias recordó esas historias traídas de la infancia donde una figura arcana (con frecuencia pero no en exclusiva, femenina) a base de masajes y de “rezaos” en torno al centro del estómago, colocaba “la madre” en las mujeres y “el pomo” en los hombres” ; cuya desviación, según la sabiduría popular, era la causa de los conocidos  “nervios”.
Angustias comparó las dos formas de buscar  el bienestar emocional  (antes y ahora) llamándole la atención que tanto en el pasado como en el presente, el protocolo consistía en: moverse con control, acariciar o ser acariciado con habilidad y tener conciencia del propio poder; entendía que cuando la vida cuesta ser digerida, para facilitar la asimilación del bolo alimenticio, hay que prestar atención no solo al estómago sino también  al cerebro y al corazón; y que la tan traída y llevada felicidad, habita  en  el saber manejar el programa adecuado de lavado  de las prendas vitales; ese que contemple el centrifugado con las revoluciones justas para el enjuague de las experiencias mas delicadas; ese que permita la acción del  tiempo necesario para que la calma sea la norma y los rayos de sol realicen la ansiada fotosíntesis emocional, evaporando lo estéril.
Angustias defendía la enseñanza, en el seno de la familia y de la escuela, de una saludable disciplina, física y mental que facilitara el autocontrol de aquello que sí podemos controlar; disciplina que sería un buen navío para navegar por las costas de la irracionalidad;   sería un buen cimiento para la construcción de la ventura propia y ajena; y  seguía soñando con ese hermoso arrope, ese bello acompañamiento que disolviera la cada vez mas habitual, soledad de tantas personas en medio de ltanta gente. Buena semana.





domingo, 4 de mayo de 2014

EL FUGAZ REENCUENTRO EN LA GASOLINERA CON NOMBRE DE PUEBLO MEXICANO DEL SEGUNDO MILENIO.

Angustias se detuvo a repostar ante el surtidor de la estación de servicio. Hacía calor y algo mas que una ligera brisa .En el paisaje sureño destacaban molinos de vientos en plena actividad. Angustias  pensó en lo difícil que era compatibilizar el bienestar humano y la protección del medio ambiente. Y meditaba sobre el tema  en aquel oasis de oro negro a donde acudía regularmente una o dos veces a la semana. Y cavilaba de esta forma mientras recibía los rayos del sol cálidamente potentes y sentía la vehemencia de lo que iba camino de convertirse en una ventolera. ¡Cuánta energía! Angustias opinaba que cualquier precio no es válido para justificar el progreso y que todo avance tecnológico habría de ir acompañado de un adelanto ético; en caso contrario, la mejoría no haría de la Historia algo creíble. Pero ya se sabe que los acontecimientos que forman parte de lo historiable desde la oficialidad, no siempre abarcan la ecuación entre artificio útil  y comportamiento humano.
Angustias daba vueltas a este asunto cuando oyó una voz que recorrió su cuerpo a lomos de un escalofrío desbocado: “¡AC!- fueron las letras que provocaron en Angustias la repuesta inmediata: ¿MC?. Los propietarios de estas iniciales se fundieron en un abrazo torpe que no tardó en volverse inteligente gracias a la memoria sensitiva que de forma espontánea guió sus cuerpos.Tras la eternidad efímera del dulce arrope,  Angustias se deshizo de la envoltura de las manos de Matías Calvario, aquel otrora joven con quien no solo compartiera coincidencia en la inicial del apellido treinta años atrás. El lugar, trasiego de prisas, distaba mucho del romanticismo compartido en espacio y horas lejanas. Pero  tal como  suele la subjetividad armar toda vivencia, la pareja de antiguos amantes, por unos breves minutos, recuperó el tiempo en el que perdieron el contacto  (que no el tiempo perdido)  e hicieron real aquello de “la vida es eterna en cinco minutos”. No hubo palabras, no podía haberlas y ellos lo sabían. (Pero esa es otra historia).Así que,fieles a una promesa arcana, se separaron una vez mas y cada cuál se fue por su lado.

Angustias, inmersa en el torrente de tórridas sensaciones, al alejarse del paraje,  devolvió con delicadeza aquel pedacito de su pasado al cofre de los tesoros en el museo de sus recuerdos preciados; tal vez lo visitara en otra ocasión, con la dulce distancia de lo que, aunque hermoso, ya no es y la firme apuesta por un presente de complicidad solidaria. Sonrió. Había optado hacía mucho tiempo por  buscar  en cada momento del día, motivos para lucir una sonrisa. Y ahora tenía uno para hacerlo cada vez que pasara por aquella gasolinera con nombre de pueblo mexicano del segundo milenio. Buena semana.