domingo, 28 de diciembre de 2014

LO HARÍA EX TOTO CORDE ( DE TODO CORAZÓN)

 Angustias salió de la tienda cuyo cartel anunciador garantizaba la venta directa de frutas frescas. Llevaba en una bolsa un melón, kiwis, naranjas, plátanos, manzanas y peras, alimentos  que formaban una parte importante de su dieta. Apenas anduvo tres pasos cuando casi tropieza con un señor mayor, erguido, sonriente, pelo cano y vestido con traje color salmón. El hombre, aparecido de la nada, desplegó una sonrisa amplia dentro de una dentadura postiza de dientes perfectamente alineados; a continuación soltó a la cara de Angustias  “Jesucristo la quiere con un amor eterno.”
Angustias  sintió como si una garza parlante la envolviera trasladándola a un mundo tan inquietante como el que dibujara Lewis Carol para Alicia. Con la perplejidad pintada en el rostro musitó un “gracias, caballero, bastante que me alegro” que quedó flotando en el aire pues el hombre-cigüeña había volado calle arriba; tal vez en busca de otro destinatario de tal extraño mensaje.
Angustias recuperó su andar sosegado mientras su pensamiento se entretuvo en buscar las motivaciones que habrían llevado a aquel ser excéntrico a erigirse en Hermes del cristianismo con una estética draqueeniana. Pensaba Angustias que cada cual otorga sentido a sus horas como quiere y puede o viceversa (no tenía claro qué verbo ocupaba el primer puesto); también cavilaba que probablemente el interfecto nunca llegaría a conocer la imagen con la que quedó asociado su gesto en su memoria y que, probablemente, no le importaría lo mas mínimo. En estas estaba cuando recordó a Miguel Hernández  en sus versos
¿Para qué quiero la luz
 si tropiezo con las tinieblas?
Y así, se dijo que la verdad se dice de múltiples maneras y escoge vestuario variopinto. Como invento humano que es, dependerá de la subjetividad, de la narración que hagan los demás y de la propia interpretación y mutatis mutandis ,de la subjetividad surge la objetividad.
Decidió que emplearía sus energía inmediata en ardilar la manera mas apetitosa de preparar, los manjares que se acomodaban en las bolsas de la compra; lo haría  ex toto corde (de todo corazón), pues para ella,  ese órgano, era el que producía el latido mas genuino,  la claridad que vence a las nieblas siniestras, la verdad que no necesita de ropajes. Buena semana.




domingo, 21 de diciembre de 2014

REORGANIZAR EL ESPACIO INTERNO



Angustias  se dispuso a modificar el orden de los muebles de su salón. Fiel a un lejano ritual, había  cambiado las cortinas, la alfombra y el forro de un sillón de dos plazas. Mantenían su posición vigente un amplio sillón cama con la chaise longe adosada y  la estantería móvil donde reinaban las nuevas tecnologías. Del verde y rojo navideños, el espacio iba  pintándose con el azul cielo y el marrón tierra, colores que encontraban su lugar en aquella zona destinada, en principio, para la reunión y el ocio . Diciembre  preparaba sus maletas para irse.
Angustias recordaba que, años atrás, llegado el mes postrero y con él, el ajetreo de las fiestas que celebraban la paz (en un mundo en guerra) y el fin de año (en  un tiempo de andar cíclico), su hogar se llenaba de adornos, figuras de un belén que se ampliaba con la incorporación de   juguetes infantiles de sus, entonces,  peques y el árbol  propio de otras latitudes que cargaba, estoico con bolas, guirnaldas y  ornatos propios de las fechas y la moda imperante.
Angustias, mientras rediseñaba el sitio, pensaba en los escenarios mudos de la vida; en cómo se convierten en andamios discretos , testigos de la risa y el llanto, de tantas obras (a veces cómicas, otras dramáticas) que jalonan el transcurrir vital.
Angustias recordó las frases de Hölderling “No tengo nada de lo que pueda decir: esto es mío” y sonrió pues el matiz con el que arropaba su pensamiento distaba del utilizado por el protagonista de Hiperión. Lejos de la nostalgia pantanosa, ella celebraba el retorno al pasado como una fugaz  escapada de fin de semana, en la que disfrutaba la intensidad del momento en gran medida por su carácter efímero.
Angustias había aprendido a reubicar los elementos que serían el atrezzo de las jornadas venideras. Había sido uno de los aprendizajes mas significativos de su vida: reorganizar su espacio, especialmente el interno. Y así había aprendido a ser feliz. Buena semana.



domingo, 14 de diciembre de 2014

DORMIR, SOÑAR…….VIVIR

Angustias se despertó descansada y tranquila. Se levantó sonriente, no sin antes recorrer entre las sábanas,  el espacio- no breve-  que aun guardaba cálido, la ausente silueta de Marcelo. Se reencontrarían al final de la tarde y este era uno de los pensamientos constructores de la felicidad de ese día, cuyo amanecer pintaba vetas color melocotón en el cielo.
Angustias había aprendido la importancia que tenía dormir bien, después de que esa acción rutinaria, durante gran parte de su vida  hubiera sido un mero trámite indispensable para continuar el ajetreo cotidiano, es decir, un lapsus entre períodos pletóricos de haceres ( a veces gratos, otras ingratos). Llevaba mas de una década en la que el momento del reposo nocturno se había convertido para ella en un rito tan  imprescindible  como lo fuera para Yasunari Kawataba a la hora de escribir   Mil grullas,  el de la ceremonia del té.
Angustias recordaba cuándo la frontera que se cruza con la caída de párpados solo suponía  embarcarse rumbo a una aventura  inquietante a través de las tierras de lo incomprensible, lo ilógico que le dejaba, al llegar  la vigilia, el incómodo sabor del desconcierto. También le venía a su mente cuándo sosegó su paso, midió su ritmo, reconoció el límite hasta dónde quería llegar y sintió, en lo mas profundo de su ser, un genuino agradecimiento por estar viva.  Este momento  serendipia hizo que sus horas de descanso, otrora ajenas (pues se sentía mas objeto que sujeto de su existencia) trocaran en un tiempo reparador en el que se sumergía, entregada, como si de un seductor baño de sales y espuma se tratara.
Angustias elaboró un glosario personalizado, pictograma onírico que le revelaba por dónde crecía la raíz de su ser y estar  (en ocasiones generadora de brotes verdes, en otras de malas hierbas). Descubrió que en la tercera parte de su vida soñaba lo que hacía realidad en los dos tercios restantes. Se divertía explorando tal  sugerente isomorfismo (entre el sueño con los ojos cerrados y su actualización con la mirada abierta), que cada noche, tras el placer o el dolor ( ya fueran en solitario o en compañía) la decostruía para renacer, ave fénix sin rastro de chamusquina, a otra jornada, de la que había tomado conciencia, siempre sería particular.

Angustias desde entonces descansaba mientras  el sueño remaba a su favor cada vez que la luna ( visible o invisible) arribaba fiel y con nocturnidad a sus costas. Buena semana.




domingo, 7 de diciembre de 2014

SEGUIR ADELANTE: COMPRENDER Y RITUALIZAR

Angustias disfrutaba de un exquisito plato de falafel en compañía de Marcelo en un pequeño establecimiento de la zona comercial mas populosa de su ciudad. Se tomaban un respiro en medio de una jornada de compras. Tenían que realizar obras en el cuarto de baño y aprovechaban la ocasión para renovar  piezas y accesorios del aseo que había permanecido sin alteraciones dignas de mención durante varias décadas..De hecho el deterioro irremediable del ya obsoleto sistema de cañerías propiciado por el trabajo continuo fue el detonante para que el higiénico escenario cambiara por completo de atrezzo.
Angustias deseaba incorporar algunas pinturas al lugar pero no incluía en su deseo cuadros de marinas que rara vez lograban emocionarla si bien el mar era una de sus públicas pasiones. Se decantaba por los desnudos (masculinos y femeninos) que estimaba resultaban mas acorde al santuario del cuerpo. Junto a Marcelo contemplaba el abanico de catálogos e imágenes que habían recopilado en la peregrinación gozosa por los establecimientos abiertos del lugar que esa mañana, a pesar de ser día festivo, invitaban al alegre consumo. Angustias coincidió con Marcelo en la elección de unas pequeñas láminas  de Toulouse Lautrec, Sorolla, y Degas expuestas  en una tienda de antigüedades así como en unas reproducciones hermosas de Eivar Moya.
Angustias sentía cierto pesar a la hora de transformar aquella estancia de su hogar pues formaba parte de su memoria afectiva. Pero también entendía que para construir nuevas realidades es necesario la utilización de materiales diferentes a los hasta el momento  empleados. La casa que habitaba fue una inesperada herencia que le permitió vincularse a sus raíces; en ella había gestado su creación mas valiosa, su familia,. Pero el devenir del la vida,  con su imprescindible anexo de ausencias temporales o fijas, reclamaba un asumido borrón y cuenta nueva.
Angustias era mujer de asomarse a la rutina diaria con expectación e ilusión: era su rutina favorita; en materia de cálculo se entretenía en diseñar sumas de paraísos y restar infiernos (propios y ajenos). Pensaba que  su  reciente gran descubrimiento había sido entender que ante la dificultad no basta la comprensión sino que era necesario ritualizar lo aprendido.
Retuvo el sabor a cayena de la pasta de garbanzo  especiada y se dijo que en su corazón ese momento de reorganización vital tendría para ella el aroma donde se mezclan cilantro, perejil, ajo, comino, pimienta negra y la nombrada pimienta roja o cayena. No supo si en un momento dado, el gusto excesivamente salado del trozo que masticaba se debía a un exceso de sal o al hermanamiento de la saliva con las lágrimas que celebraban una íntima ceremonia del adiós. Unos segundos mas tarde arregló el rímel que había dibujado burbujitas ennegrecidas en torno a sus ojos y con la carta de postres en las manos eligió uno que era tan refrescante, oscuro y delicioso como los ojos que desde la silla contigua le envolvían con su mirada. Buena semana