domingo, 29 de diciembre de 2013

ESTOY EN PELIGRO.TE LLAMO CUANDO SALGA.


   Angustias se descalzó y a continuación  sintió cómo el agua tibia bañaba sus pies. Se encontraba en uno de los paisajes que ella reconocía como el Paraíso: la peluquería. Tras desayunar medio aguacate, cremoso, con un toque de sal, un par de aceitunas grandes, carnosas con un regusto  ligeramente amargo, ambos acompañados de un pan de leña calentito del que reservaba la tetilla para la mermelada de arándanos, un zumo de naranja y un café, Angustias se regaló una sesión de “chapa y pintura” para celebrar que simplemente estaba, era, pensaba y sentía.
 Cabeza con el tinte tornando el pelo negro en un veteado rojizo, sintiendo el placentero bienestar  que le producía el masaje de la manicura, la pedicura, y todas las curas que ofertaba el lugar, Angustias pensaba que cada cual tiene sus pequeños oasis  donde refrescarse del asfixia vital, reponer fuerzas  para continuar  transitando por los páramos y eriales que el andar cotidiano incluía y disfrutar del desconecte  de las viejas y nuevas tecnologías para permitirse…. vivir. En estas estaba cuando sonó el archiconocido tono del móvil indicándole la presencia de un mensaje; echar un vistazo al aparato, contestar un escueto “Estoy en peluquería. Te llamo cuando salgo” y apagar  el cachivache electrónico  fue la secuencia  de acciones que, una vez finiquitada, devolvió a Angustias a su  particular Edén.
Dos horas mas tarde, feliz por dentro y por fuera, Angustias se dispuso a continuar el trasiego de obligaciones y ocupaciones sintiendo que sus pies se balanceaban ligeros, mostrando un rojo carmesí  en las uñas, como insignia de la sangre renovada.
Activó su teléfono y se inició una cascada de mensajes aterrorizados, signos interrogantes, preguntas ininteligibles que la situaron en medio de un escenario siniestro, tan desesperanzado y funesto como el texto teatral  “Los peces rojos”, en el que se  describe lo peor  de la condición humana, obra que se representaba por esos días en un entrañable cine reconvertido   en teatro puntero de su ciudad natal.

El caso es que debido a la priorización de su placer sobre las demandas del exterior, Angustias erró en el mensaje y donde quería poner “peluquería” se coló un inquietante “peligro” que en nada concordaba con la prometedora frase “Te llamo  cuando salga”. 
A pesar de que puso todo su empeño en  deshacer el  entuerto, tranquilizando  al receptor de aquel galimatías, Angustias no pudo dejar de reír por dentro y por fuera constatando cómo  la inconsciencia, el descuido y  el cansancio pueden producir tanta zozobra en el otro ; pesar  por completo ajeno al placer propio, aunque este fuera su causa. Y reconoció que su parte brujilla, en ese momento, se decidió a salir luciendo sus mejores galas por dentro y por fuera. Buena semana.





domingo, 22 de diciembre de 2013

LOS INTERESAMIGOS SON DE CIENCIAS, SABEN CALCULAR

Angustias se encontraba  junto a los estantes de los  botes de legumbres    en busca de  las judías tiernas con las que pensaba agasajar a su compañero de trabajo Rodrigo. Llevaban dos años sin verse desde que él cambió de residencia por un ajuste  de la empresa que lo destinó a otro país. Rodrigo saboreaba con auténtico placer el plato que Angustias cocinaba, especialmente en los días de invierno, y en alguna ocasión, en cierta jornada estival, petición del colega a la que, como siempre, Angustias accedía, aunque para ello hubiera de contrariar el ritmo de las estaciones. Bien es verdad que ese verano el gusto del jamón, añadido como toque final en la cocción, les acompañó con absoluta fidelidad dos sofocantes días con sus acaloradas noches.
Pocas cosas podía negarle Angustias a su amigo; como Epicuro ,pensaba que la amistad era el heraldo que invita a la felicidad y procuraba cultivar esa delicada orquídea del comportamiento a base de llamadas periódicas, achuchones inesperados, sonrisas acogedoras, miradas cómplices o …….. judías tiernas.
Angustias conoció a Rodrigo cerca de dos  décadas atrás,  en un remoto paraje; unidos por un compromiso laboral, el aislamiento del lugar favoreció confidencias que terminaron en coincidencias y desde entonces, al menos una vez cada mes, ambos amigos hacían una puesta a punto dialéctica tan saludable como un buen circuito de talasoterapia.
Angustias mientras freía las cebollas en su cocina, pensaba en la importancia de tener buenos amigos, esas personas que por azar o necesidad llegan a tu vida y se instalan desdeñando otros tipos de roce tales como  conocidos, compañeros o interesamigos. Esta última especie no da gusto a ningún vínculo estrecho sino que el trato que genera  es  soso, aguado y frío. Los interesamigos no reservan nunca en su agenda vital el espacio para  perder (¿ ganar?) el tiempo con sus supuestos iguales afectivos  en la cotidianeidad, sea esta diaria, semanal, mensual o anual. No necesitan explicitar  la correspondencia en los ritos de esta forma de  querer. Para los interesamigos los demás están fundamentalmente para resolver sus problemas. Son funcionales. A menudo los interesamigos son personas con mucho éxito económico y en ello invierten gran cantidad de energía. Para estas personas la empatía se transforma  en un contundente empamí (como diría  la escritora Elizabeth López Caballero). Algunos interesamigos tienen poder, capacidad de deslumbramiento y una gélida agenda de posibles gestores.

Lástima que no tengan en su paisaje humano a alguien dispuesto  desde la constancia a emplear  varias horas  en la preparación de un buen plato calentito de judías tiernas .Buena semana.






domingo, 15 de diciembre de 2013

SIEMPRE GANAMOS CUANDO JUGAMOS A CASI

Angustias tomó un trozo de tarta de queso con arándanos pero la cucharilla quedó flotando en un mar de aire perplejo, clepsidra  gaseosa  detenida en su tic tic gelatinoso, ante la voz infantil que jubilosa gritaba “CASI”, en una zona de juegos anexa a la terraza.
Angustias observó a la pequeña y conocida propietaria del alegre chillido que recogía del suelo un aro después de lanzarlo, fallidamente, a un palo ancho, dispuesto en vertical. La satisfacción que se mostraba en la “carita de azucena y ojitos de Lulú”, respondía a que el intento había tenido éxito pues el reto consistía en CASI  lograr meter la argolla. Así lo escuchaba una sorprendida Angustias de boca de Julio y Elena que contaban cómo su impaciente hija se desesperaba por acertar a la primera en la puntería y como consecuencia, el divertimento dejaba de tener sentido al no cumplir con su función: producir un sano bienestar en la acción.
Entonces se les ocurrió cambiar las normas del entretenimiento incluyendo en la variación de los requisitos para el triunfo, las habilidades de su retoño. Así nació CASI, el juego en el que se gana cuando CASI se acierta.
Angustias tomó un sorbo de té color burdeos y pensó en las palabras de una anciana, madre del hombre del sillón, en el libro “El despertar de la señorita Prim” que señalaba  que “en la vida hay dilemas  que no nos gustaría tener que resolver… cuya esencia es siempre la misma. Hay un sacrificio y hay que escoger una víctima: uno mismo o los demás….. Pero lo cierto es que se escoge y lo cierto es que esa elección siempre tiene un precio”.

Contemplando el rostro de la dicha infantil, Angustias se preguntaba si estas disyuntivas admitirían una revisión (digamos al estilo CASI) desde el amor responsable que relativice el egocéntrico triunfo personal a favor de lo que es más que  un efímero trofeo; la salida de todo laberinto habría de incluir el yo, los demás pero sobre todo ...... sin víctimas. Opinaba Angustias que no solo es deseable sino que es posible pero que para lograrlo hay que querer o……CASI. Buena semana.





domingo, 8 de diciembre de 2013

AL PARTIR … UNA ESTRELLA Y UNA FLOR

Angustias saboreaba la ropa vieja de pulpo, plato típico de aquel pueblo costero al que se accedía por una intrincada carretera secundaria venida a menos en los últimos kilómetros para acabar convertida en un simple camino de tierra. Era diciembre, el final del año. 
Desde la tele del único y pintoresco restaurante del lugar, una muchedumbre multicolor bailaba y cantaba en la despedida de un héroe mundial. El homenajeado llevó al estrellato el número 46664 que superó en fama al archiconocido 3,14 16; este hombre lució una sonrisa, envidiada y jamás igualada por clínica dental alguna; y sobre todo, legó a la humanidad un ritmo innovador, mezcla de color y notas de todas las tendencias musicales ( incluida la heavy “mano tendida al adversario” ): el baile de la esperanza hecha realidad.
Angustias estaba sorprendida de que el paladín de la justicia cromática acabara ( como era natural en el reino de los mortales) como consecuencia de los achaques de la vejez y no ( como había sido habitual en otros casos) por la acción de algún temerario iluminado o sicario ignorante (el caso del etíope se quedó en la potencia; afortunadamente no llegó al acto). Angustias se sentía reconfortada por los cantos que salían de las bocas pluriformes y que así agradecían al líder, cuya piel era de color tronco de árbol centenario, que mezclara con acierto en una misma paleta, distintas tonalidades.
Angustias brindó por él con un vino blanco, de aguja, bien frío, el que ella reservaba para las grandes ocasiones. Al desviar la atención de las imágenes e incorporarse a la conversación que se desarrollaba en la mesa sobre cómo afrontamos la partida de los demás, Angustias escuchó la narración de alguien , que desde la admiración y el respeto, contaba cómo en otra estación, la estival; en otro tiempo, años atrás; en otro pueblo, esta vez del interior; y en otro ritual de la separación, escuchó una canción a capela interpretada por una mujer discreta, valiente y hermosa que despedía a un ser querido. Al entonar la solista, haciendo limonada sonora del agrio limón que la vida le hizo probar ,con un timbre afinado y sereno “Si miras de noche al cielo /verás una estrella./ Si miras de día al sol/ verás una flor…”,, los corazones de los asistentes a la ceremonia del adiós, se deshicieron y quedaron empapados en el significado de la palabra AMOR. 
Angustias masticó un trozo de pulpo y su sabor se vio resaltado, inesperadamente, por la sal de las lágrimas de la emoción que brotaban de sus ojos. Angustias una vez mas pensó que el querer se dice también cantando , poesía y música, las dos caras del comienzo y el fin de la vida.. Buena semana.



domingo, 1 de diciembre de 2013

LA JABATA TEJEDORA DE MARIPOSAS

Angustias  entró en la coqueta tienda de decoración que hacía esquina. El escaparate principal, elegante y primorosamente refinado capturaba las miradas de los viandantes, que se dejaban instalar, gratamente seducidos, en un paraje bello poblado por objetos delicados, originales y sobre todo … hermosos.
Angustias saludó a la dueña de tan encantadora empresa,  Luisa, con quien había compartido gimnasia de mantenimiento (partidos de hockey incluidos) años atrás. Mientras curioseaba le preguntó por unas pequeñas mariposas, hechas a ganchillo depositadas en los diversos estantes.
Luisa le contó que cierto día, una señora elegante, entre los cincuenta y sesenta años, se había presentado ante su mostrador y le había hecho una extraña oferta que ella terminó aceptando persuadida por el limpio mirar que la miraba, por  la inusual distinción de unas manos, algo regordetas  barnizadas por un brillo amarillento pero sobre todo por la historia de un sueño que le contó con su voz serena, sabia y en paz.
Dos meses atrás la dama que tenía delante había soñado que al fin encontraba el antídoto que le ayudara desde dentro a vencer su mal. Debía tejer mariposas  de colores y solo cobrar el hilo con el que les daba vida.  Así se extenderían por todo el planeta calmando el pesar allá donde llegaran. Tras despertar, la mujer se dispuso a recibir su sesión pautada de quimioterapia pero esta vez con una luminosidad especial en las pupilas y con una tranquilidad interna que, desde entonces le acompañaban. La dama, valiente y generosa era madre y abuela y en desigual combate había ganado tres batallas al ejército del cangrejo siniestro, que, aunque derrotado, al huir se llevó una parte de su intestino grueso, hígado y pulmón izquierdo .Pero del resto del cuerpo  seguía siendo ella la orgullosa propietaria.
Luisa se quedó fascinada ante la entereza de aquella jabata que apoyada en un bastón se aferraba al presente montando una empresa de costura sin ánimo de lucro. Aceptó la propuesta y en poco tiempo se  vio acompañada en su trabajo por ´múltiples candelillas.
Angustias tomó una mariposa naranja en sus manos, la prendió en la solapa de su chaqueta y pensó en los héroes y heroínas anónimos que, a pesar de pugnar diariamente contra el dolor tienen la nobleza de reservar fuerzas para la fabricación de una dosis del bálsamo que ponga palabras dulces en el dolor ajeno.  Admiró y agradeció a  esa gente, artesana de la bondad, que al atisbar el sufrimiento en el otro, tricotara  luz multicolor. Buena semana.



domingo, 24 de noviembre de 2013

NO SOMOS MACHOS, PERO SOMOS MUCHAS

Angustias se despertó en casa de su hermana, Leticia, una mañana soleada del noviembre  que  pondría el broche de oro a la trayectoria laboral de la señora Callejas. Así es como llamaban a Leticia en el instituto en el que trabajaba y así se reconocía ella: como una señora  aunque no se había casado; entendía la profesora que una vez certificada vía DNI su mayoría de edad, era un anacronismo ser nombrada como señorita .Inteligente y con sentido de humor había aprendido a disimular el profundo desprecio  que le producían los comentarios en esta dirección, que décadas tras décadas escuchaba  in crescendo, cuando se dirigían a ella, en un intento, por parte del interlocutor de turno (de eso sí era consciente) de hacer gala de  educación y delicadeza .Eran comentarios que, involuntariamente, la encerraban en el país de nunca crecerás, en el reino de las señoras a medio hacer y donde Leticia no  encontró jamás su lugar. No era mujer de diminutivos porque `si tenía que elegir, optaba por todo lo que ella consideraba que la hacía creer y por tanto mayor, lo cual no era un daño colateral sino la consecuencia lógica del paso del tiempo. A base de ensayo y error (reconocía que mas de errores que de ensayos)  descubrió que aunque compartía el planeta con objetos inanimados y otros seres vivos (vegetables o animales) ella, al ser persona,  se diferenciaba  de aquellos porque su vida se revestía con los ropajes de la valoración, el compromiso, la creatividad y la libertad, es decir, con las telas de la dignidad. Por eso cuando hablaba con su hermana Angustias no dejaba pasar ocasión para comentarle  que, por ejemplo, le encantaría disfrazarse en carnavales  del personaje popularizado por Tyrone Power y después por Antonio Banderas y Catherine Z Jones, pero que seguramente  si le preguntaran por su disfraz y ella dijera que le divertía ir  vestida de zorra tendría que aguantar miradas, gestos, palabras y desgraciadamente alguna agresión porque supuestamente habría dado vía libre al atentado contra su integridad física o mental.
Angustias  la escuchaba, la quería y casi la entendía pero le parecía que tenía una mente demasiada rebuscada. Ella utilizaba el arte para transitar los caminos secundarios que permiten contemplar el paisaje desde otra óptica, con una distancia que posibilita el control. Aun así la admiraba y pensaba Angustias que su hermana Leticia solo unos años menor, no dejaba de sorprenderla; así   recordó cómo apuntaba maneras, cuando siendo una prometedora  estudiante de matemáticas, utilizaba un lema que durante años repitió y que por alguna razón le vino a la cabeza esa mañana de noviembre con el sol como invitado a desayunar. La consigna decía “A la lucha, a la lucha, no somos machos pero somos muchas”. Angustias dio gracias a la persona anónima que tuvo la feliz idea de juntar una preposición, dos nombres, un  verbo, un adverbio, un artículo y una conjunción adversativa para construir un coselete protector que impida que cualquier persona (por ahora  en un 95% de los casos  mujer) sea considerada un objeto al que se le puede infligir cualquier maltrato físico, psicológico, económico, sexual o social tal como si de una cosa se tratara.

Angustias paseó con Leticia. Dos hermanas, dos señoras, dos mujeres, dos personas. Eran dos …. pero  en realidad eran muchas. Buena semana.



domingo, 17 de noviembre de 2013

GUERRA, CROQUETA……….. DEFINICIÓN

  Angustias escuchaba una versión de “La mujer del soldado” de Kurt Weil en aquel bar de reciente inauguración. Al compás de la desgarradora por  erótica y tanática voz de Miguel Ríos, repasaba en el poema cantado, los regalos recibidos por las esposas fieles de soldados muertos en los mas variados países: unas botas de piel de Praga, un retal de visón de Oslo, un sombrero holandés de Ámsterdam, un brocado de tul de Bruselas, un vestido de seda de París, un blusón chillón de Bucarest y un velo de funeral de Rusia. Le pareció ingenioso que la lealtad marital se recompensara con prendas de vestir propias del lugar de la contienda y en eso estaba cuando en la mesa de al lado una mujer de unos 60 años comentaba a su interlocutor, una generación menor, que ella llevaría dos bandejas de croquetas de pollo a la fiesta que algunos compañeros de trabajo estaban organizando para festejar el cumpleaños de Manuela, la telefonista adicta al chicle. La señora explicaba , sin complejos en cuanto al tono de voz, que en las Navidades pasadas, ante el regreso del hijo que estudiaba en otra ciudad, había dedicado una mañana entera a preparar el plato favorito de su retoño: croquetas de pollo. Y allí estaban esas pequeñas bolas amasadas con el cariño maternal invadiendo el congelador familiar prestas a dar la bienvenida al joven .Volvió el vástago en diciembre y a la hora de la comida se dirigió a su madre con una solemnidad impropia de su edad.
-“Mamá, me he dado cuenta de lo importante que es definirse y yo me estoy definiendo”- expresó claramente el joven.
-“¡Es maricón! ¡Y yo sin haberlo notado! - enlazaba una sorprendida, comprensiva y bloqueada máscara que envolvió el rostro de su progenitora.
El muchacho continuó su discurso con la circunspección que imprime comunicar algo de vital y personal importancia, aclarando qué era eso de la definición.
-“Me he propuesto definir mi cuerpo por lo que no voy a comer grasas saturadas, comidas basuras, fritangas: solo me alimentaré con comida sana y me tomaré los complementos que compro en el gimnasio al que voy. Así que para cenar….nada de croquetas.”
La frustrada top chef de andar por casa se vio abocada, en las siguientes estaciones, a una dieta en la que día sí, día también la figura estrella era la croqueta de pollo. Por eso en pleno noviembre le sentó como agua de mayo la oportunidad festiva para dar salida a tanto pollo revuelto en harina, leche y cebolla (mas su ingrediente secreto) que esperaba en el frigorífico el momento del deshielo.
Angustias se echó un buche de carajillo en honor a la tarde otoñal y el calorcito que sintió bajar por su esófago dio paso a una catarata de sensaciones por donde se deslizaban obsoletas croquetas, gélidas habitantes de un paraje oblongo, tabletas de chocolates que no eran de la marca Tirma sino que diseñaban el vientre masculino y esposas en modo Penélope, consortes viudas del cosmopolitismo bélico. Y cuando el café con coñac se zambulló en el estómago, Angustias se dijo “Hay que fastidiarse con la semántica”. Buena semana.







domingo, 10 de noviembre de 2013

ANÓNIMOS: PERSONAS PROTAGONISTAS PERO NO DE GRANDES TITULARES

Angustias se fundió en un cálido abrazo con Marcela, su compañera  de trabajo de otra época que amaba los boleros tristes y siempre sufría por amor. Se habían encontrado por casualidad en una cafetería con nombre de conversación  inteligente, “La tertulia” y fueron envueltas por la emoción   durante el tiempo que duró la charla en torno a un capuchino cremoso.
Angustias le contó su matrimonio con Luis y el nacimiento de sus tres hijos  así  como la imprevista muerte de su esposo. La expresión de Marcela  reflejaba cada uno de los episodios narrados por su amiga  y sus ojos almendrados  pasaron de ser   brillantes ciruelas a convertirse en castañas llorosas que miraban  hacia la tristeza que navega a la deriva por la curva  descendente de su boca.
Llegó el momento de que Marcela  hiciera la  puesta al día de su biografía .Empezó por darle ánimos a su antigua compañera explicándole con un histriónico y misterioso gesto que estaba segura de que le esperaba una época feliz porque ella veía el aura de las personas y la de Angustias estaba muy limpia, blanquísima, no como la de la camarera que les había servido . La bendecida con tal higiénico halo pensó que había cosas que no cambian ya sea  buscar el sentido de la vida en objetos y palabras (materiales o intangibles)  externos a la persona , como  el derroche de bondad (eficaz o torpe). Así era su  Marcela y así ella la quería.
Marcela hizo el recorrido por sus amantes mas notorios y reservó un capítulo aparte para el que llamó “el de los ojos de gremlin de la buena suerte” y que  le dejó  un hijo como  recuerdo perenne; cada vez que  contemplaba  a su vástago, Marcela  recordaba la expresión apasionada y vivaz del padre de la criatura. Lástima que una boa se escapara del zoológico y lo encontrara tan suculento como a ella siempre le pareció. ¡Cuánto sufrió  Marcela!. Pero como no era mujer que hiciera del desaliento marbete buscó consuelo a tanto dolor en compañía de sus iguales y así conoció a los anónimos, gente grande pero no  de grandes titulares, con los que descubrió que no tenía voluntad mas allá de una pareja, del   chocolate, del trabajo, los boleros  y finalmente de las canciones  de Romina Power y Albano. Se reunían los viernes y durante hora y media era respetada en su decir y ella escuchaba con atención los avatares de la vida de diez desconocidos que” buscaban en Sherazan la verdad” y para quienes un trago de vino en el camino era la felicidad”. Reconocía el grupo que la separación artística y personal de la pareja le supuso  trabajar duramente  en muchas reuniones pero que al final entendieron que en toda situación “hay que acordarse de llevar, maletas llenas de amor”.
Angustias y Marcela apuraron sus cafés con crema, chocolate y canela. Se despidieron con un cálido estrujón y los ojos de Marcela se tornaron   pistachos que dejaban entrever un verde no de esperanza, sino lo siguiente.  Angustias  anduvo hasta su coche y pensando en Marcela se sorprendió tarareando  los versos que sentenciaban “tu mirada inocente entre la gente , la felicidad” con marcado acento  italiano . Buena semana.










LA INVITACIÓN A UN TUPPPER ESPECIAL

   Angustias daba vueltas a la pequeña invitación cuyo voluptuoso texto le convocaba a una reunión femenina en casa de una compañera de la empresa. La emisaria de la nota había sido la secretaria de la primera planta que, fiel a su costumbre, masticaba chicle mientras hablaba (según ella era el ejercicio ideal para mantener los maxilares en formas), por lo que Angustias recibió el mensaje acompañado de una flexible, serpenteante y fucsia cortina ensalivada.
Nunca había estado en un sarao de esas características y aunque se consideraba una persona tolerante padecía el miedo generalizado que hace soltar la carcajada ante la mera mención de lo que siquiera de forma colateral tratara de sexo .Recordaba que por una apuesta con sus amigas había tenido que comprar un tanga rojo, mofa y escarnio incluidos. Y aunque en su vida íntima no ponía mas fronteras a la consecución del disfrute que las acordadas por su ella y su pareja, ambos de mentalidad cosmopolita, asistir a una velada cuyo motivo fuera conocer novedades que estimularan la exploración de las sendas del gozo,( manuales y a pilas , con demostración incluida de su funcionamiento), compartiendo artilugios, explicaciones parlantes dictadas por gurús de la concupiscencia, con mujeres que formaban parte de su paisaje humano, cotidiano pero estrictamente laboral, no terminaba de convencerla.
   A pesar de sus dudas, Angustias cedió a la tentación y cuatro horas tras empezar la prometedora cita, tenía las quijadas desencajadas de tanto reir a mandíbula batiente. Por sus manos pasaron sugerentes reproducciones anatómicas, cachivaches con provocativas formas animales o vegetales y otros tipos de instrumentos que, imposibles de conceptualizar situó en el campo de la abstracción (su interés se centro en el cómo y el para qué de los objetos en cuestión, desdeñando el qué o el porqué del mismo). Angustias era una mujer práctica que ejercía como tal.
   El aire de la noche envolvió el salón del divertido encuentro con una cómoda calidez y el vino blanco, frío, de aguja, servido con habilidad, puso el broche áureo a un día diferente en el que aquellas mujeres, Angustias incluida, llegaron a sus casas, con menos saldo en sus cuentas gracias a la omnipresencia de los datáfonos pero con la expectativa infantil ante los juguetes nuevos que espera tener la mas mínima oportunidad para …… jugar. 
   A la mañana siguiente, durante la jornada laboral, hubo miradas y sonrisas de complicidad acompañadas de algún que otro comentario solo apto para las iniciadas. Y es que aunque el dolor une, no cabe duda de que en cuestión de fusión, no hay pegamento mas eficaz que el placer. Buena semana





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EL ACCIDENTE DE AQUEL DOMINGO DESATINADO DE UN SEPTIEMBRE CRUEL

Angustias respondió a la llamada telefónica de aquel domingo desatinado de un septiembre cruel. El mensaje, afilado, gélido, incisivo, fue una faca que al desenvainarse robó el tiempo, sisó el aire, abrió un precipicio a sus pies donde rodó por un infinito talud: Luis, su marido había muerto en un accidente de tráfico. Había realizado un adelantamiento imprudente. Tenía prisa. No pudo esperar. A pesar de su pericia en la conducción, no pudo controlar la maniobra y en cuestión de segundos..... dejó de ser.
Angustias también dejó de existir, si bien su presencia contradecía su real ausencia. Empezó a morar en una realidad paralela en la que las tareas cotidianas se volvieron escenas lejanas, monótonas, mudas y en tonalidades grisáceas como si de una rudimentaria y siniestra película se tratara.
Desde que unificaran trayectorias, Angustias no se imaginaba la vida sin Luis y ahora, de repente....no estaba. Así de impactante pero real. Trastocado el orden temporal, Angustias lloró, chilló, tristeseó envuelta en el negro del dolor y el púrpura de la desesperación. Recordó a Benedetti en aquel poema "Cuerpo docente" y se mudó a sus dos primeros versos, "Bien sabía él que la iba a echar de menos/ pero no hasta qué punto iba a sentirse deshabitado", recorriendo cada una de las estancias en un andar continuo y desgarrador.
Cuando no hubo lágrimas que ofrendar, ni chillidos que vociferar, cuando los ropajes de la desolación quedaron hechos jirones ....solo entonces, Angustias, años después, reflotó, ave fénix aun oliendo a chamusquina, esqueleto de piel tatuada con los grafitis de la negación, la tristeza, la rabia y finalmente la aceptación.
Pero hasta llegar a ese momento, el desconcierto, la gelatina que amarga  la serenidad, convivió con el devenir automatizado  de la vida de Angustias: sus hijos reclamaban el cuidado; su trabajo, la eficacia; su cuerpo el alimento y el sueño; solo su corazón se mantuvo anestesiado renunciando a ir mas allá del sístole y el diástole, imprescindibles para la supervivencia.
Lejos estaba aun Angustias de experimentar que el espacio en el que Luis no estaba, cada noche, en la mitad izquierda de su cama, sería ocupado por otro cuerpo, de diferente orografía en la que, no obstante, saciaría su sed, se cobijaría tiernamente y saltaría a profundos y placenteros abismos, antes de que el sol inagurara un nuevo día. Lejos estaba aun Angustias de recolocar las palabras del poeta y así entender que, aunque "todo queda........ todo pasa". Buena semana.







DE LA ESPERANZA A LA FUNESTA PATRIA PÓSTUMA

Angustias dejó de leer El gatopardo, espejo  de un modo de habitar, de pensar y de sentir, aparentemente en decadencia.   El autor Giuseppe Tomasi de Lampedusa, por boca de Don Fabrizio afirmaba que cuando se quiere que todo permanezca igual, hay que cambiar todo y Angustias constataba que en el principiar del siglo XXI dichas palabras eran de una asombrosas actualidad. El fin de semana anterior, viendo la televisión junto a su hijo Javier supo del hundimiento de una patera en las costas de Lampedusa.  Al vástago de Angustias le vino a la memoria el recuerdo de un compañero que , años atrás,  compartiera aula en el instituto, tras sobrevivir a un naufragio y que concluido el periodo escolar,  había desaparecido en el potente disolvente del anonimato. Angustias  rememoraba  también aquella época con imágenes dantescas donde cuerpos de pieles  blanquísimas o hermosamente doradas y cabellos rubios naturales o de bote compartían lecho arenoso con cadáveres de piel color de ala de cuervo. Le resultaba funesto que mares y océanos civilizados  se hubieran convertido en la patria póstuma de cuerpos  inertes, exiliados, que, aunque compraron billetes para el navío Esperanza, terminaron realojados en andas, postrera residencia donde al fin obtuvieron el codiciado derecho a la ciudadanía en una líquida, fría y salada nación. En la tragedia de Lampedusa, los supervivientes serían repatriados a su infierno de origen; los muertos, automáticamente se convertirían en ciudadanos-zombies legales.
Una vez mas, el mezquino absurdo omnipresente que se sustenta en el poderoso Don Dinero, justificador que enarbola la bandera de la justicia insolidaria, enfermizo como el color  ceniciento, grisáceo, amarillento y pajizo del rostro que aloja  restos de una quimio arrasadora, son las señas de identidad de una humanidad civilizada donde se confunde la asertividad con el mas pueril egocentrismo, que no por infantil es menos dañino, donde la eficiencia solidaria es rara avis, donde la exitosa gestión de lo público brilla por su ausencia, donde el disenso se entiende como manía persecutoria y donde el poder es el fin y no el medio para mejorar este planeta que, recibimos en herencia  convaleciente y  estamos rematando en una lenta agonía.
Javier era docente, amaba el arte de enseñar, de llenar lo vacío, de crear en la nada, de transformar la oscuridad en la luz. Por eso le intrigaba la vida (propia y ajena)  y se preguntaba con cierta frecuencia ,cuál sería el paradero de aquel compañero de años atrás cuya piel era de color ala de cuervo.Buena semana.






EL CONTESTADOR ........EXTRAÑO, LO QUE SE DICE Y LO QUE SE ENTIENDE

Angustias estaba pendiente de los tonos intermitentes que indicaban que se había establecido la conexión telefónica con la casa de su hija Mary Luz,su retoño mas pequeño. Tras unos segundos saltó el contestador reproduciendo eficazmente las sempiternas instrucciones para la correcta grabación del mensaje. Tres fases afectuosas y una sonrisa después, Angustias rememoraba cierto día en que mientras agasajaba a la benjamina, realizó una llamada y ante la voz directiva y metálica del buzón oral, exclamó: ¡Extraño! pues le sorprendió no poder contactar con su  tío Eulogio ya que habían quedado a esa hora para concretar llos detalles de la fiesta sorpresa que preparaban a la tía Marta, por su 50 cumpleaños.
Angustias evocaba cómo comprobó la rapidez con que Mary Luz aprendía y cómo, varios días después, la pequeña accidentalmente pulsó la rellamada y tras escuchar las sentencias proferidas por una boca con perfecta pero glacial dicción exclamó: ¡Mamá extraño, extraño!.
Angustias tuvo que explicarle a su hija menor que lo que ella llamaba extraño no era sino el contestador automático que indicaba la imposibilidad de conectar directamente con la persona deseada así como la posibilidad de hacerlo en diferido. Mary Luz tenía entonces 4 años, ahora 20. Angustias pensó en las cosas mas importante que había tenido que enseñar a sus hijos y en concreto a la benjamina que, como su nombre indicaba, había inundado de claridad el hogar familiar. Algunas fueron estas:
Hubo que aclarar en varias ocasiones que ser la tercera no significaba se la medalla de bronce en el corazón de sus padres;que aunque sus progenitores estuvieran dispuestos a dar sus vidas por ella y por sus hermanos, la parte de dolor que les reservaba la vida no era suprimible, ni siquiera negociable;que aun en la más plácida primavera habita "un mar violento"; que el trabajo debe colmar el estómago y la dignidad; que el arte es la candela hermosa cuya llama enfría la mas terrible de las fiebres (la del hastío) restaurando los 36 grados, cifra del alivio; que ante la duda hay que hacer lo mejor, lo mejor posible para uno y para los demás; que a veces no pensamos  lo que sentimos y otras veces no sentimos lo que pensamos; que en algún momento alguien nos tendrá en su corazón y en su pensamiento; que cuando no se sabe qué hacer, hay que respirar y abrazar con delicadeza. Que si algo hay que impetrar es el cuidado propio y ajeno.
Angustias pensaba que estos retazos formaban parte del valioso legado que Mary Luz, Marta y Javier habían recibido como patrimonio familiar, imposible de tasar :entender la diferencia entre lo que se oye y su significado real. Buena semana.






FRESIAS O BOLEROS. ES UN PUNTO DE VISTA

Angustias contempló el puzzle de 1500 piezas que evocaba un tiempo, el de unas vacaciones familiares, un espacio, el de un hogar compartido y un proyecto común, el del encaje de piezas desiguales pero complementarias. El resultado de la empresa colectiva permanecía enmarcado en una pared lateral del salón y en él se reproducía un paisaje variopinto de fresias blancas, amarillas, rosas, anaranjadas, rojas y azules; para Angustias, estas emisarias primaverales, simbolizaban la pasión por lo íntimo, lo diverso, el matiz, la gama, en definitiva, la pasión por todo lo que era digno de ser amado.Eran sus flores preferidas y su presencia le recordaba la fuerza de la luz por lo que, cada año, cuando marzo asomaba la nariz,aun a veces resfriada, Angustias iniciaba su peregrinar por las floristerías en busca de su amuleto vital.
Angustias tomó una copa de vino blanco de aguja, bien frío, en un mediodía otoñal donde el calor y el color del cielo se empeñaban en negar la estación oficial. Disfrutaba de una soledad forzosa pero  finalmente, apetecible pues su familia pasaba unos días en Granada, no compartidos por Angustias por, una vez mas, motivos laborales. A lo largo de los años había tenido varios trabajos y la calidez del día la transportó a la época en la que compartía con Marcela, plancha en mano, un pequeño espacio donde alisaban piezas de ropa, ocho horas diarias. Marcela se consideraba romántica y por eso su vida era un sendero pavimentado con los adoquines del desamor en los que tropezaba una y otra vez con las consiguientes caídas. Marcela era tristemente feliz protagonizando en su culebrón vital los registros de adorada amada, solícita amante o despechada abandonada, según las exigencias del guión .Lo que Marcela no sabía  era ser feliz desde la pasión serena.Cantaba boleros tristes y lloraba mientras el sudor perlaba su frente en las tórridas horas del planchado. Imaginaba amores contrariados o febrilmente correspondidos en los propietarios de las piezas que, día sí y día también, enrasaba con verdadera pericia.Y siempre terminaba sufriendo. Marcela tenía 50 años pero no se había bajado de la montaña rusa, propia de la adolescencia, que entendía como la única atracción posible en la que podría disfrutar del arte de amar. Por eso Marcela amaba los boleros tristes.
Cierto día, mientras se aplicaba en el aplanamiento de las telas, Marcela contó a Angustias con visible perplejidad y enojo cómo había visto pasar al que fuera uno de sus muchos amores rotos y cómo, a pesar de que en el pasado ella había "jurado que si no era con él, jamás; que esa herida la había de matar", no pudo recordar el nombre de su antiguo amado.
Angustias se consideraba romántica pero de otra forma. En el momento de la confidencia de su compañera andaba desorganizando el orden natural de las estaciones y vivía "un día de abril a los finales de noviembre".Sonrió y cinéfila confesa desde jovencita y a pesar del afecto que le unía a Marcela, recordó al mordaz crítico teatral, Addison DeWitt, magistralmente interpretado por George Sanders y a la convincente rubia de bote Miss Caswell, asimismo interpretada magistralmente por Marilyn Monroe; ambos en aquella película también magistral, "Eva al desnudo". El sibilino censor artístico, en respuesta a un comentario de la fémina de inteligencia distraída, señaló: "Es un punto de vista, un tanto estúpido pero un punto de vista".
Angustias desde que visionó esta escena, por primera vez, en un cine de barrio,la adoptó como mantra personalizado que activaba cuando se encontraba con la escenificación de tristes boleros, ignorantes de la complicidad solidaria, de la fertilidad que hace que la suma de uno y uno no sea dos, del "bosque donde mojar los labios" sin peligro de asfixia y del compromiso hasta el infinito y mas allá . Por eso Angustias amaba las fresias radiantes.Buena semana.



EL INCIDENTE EN LA GUAGUA. LA GENTE O.K.

Angustias dejó el coche en el taller.Era un ritual que celebraba fielmente, al menos tres veces al año.El galeno de los automóviles, Luis, amigo de la familia, diligentemente conseguía el recambio requerido; raudo, arreglaba la avería imprevista.Angustias bromeaba comentándole cómo en el presupuesto familiar mensual había una partida para los resfriados del motor o los esguinces de las piezas de su vehículo.Tenía la sensación de que era una especie de involuntaria socia capitalista, tirando a mecenas, impresión extensible al Banco de quien dependía su hipoteca.
Y por esto está Angustias, subiendo a la guagua, rememorando décadas atrás cuando era su transporte habitual.Entretenida con sus recuerdos no se percató de que los asientos para las personas con características especiales estaban ocupados por una abuelilla y una pareja de treinteañeros ,cada cual con un bebé en brazos, mientras los cochecitos de los niños reposaban a sus pies.Tampoco notó la presencia de una señora madura, encuadrada en la cuarentena que apoyaba su pierna derecha en una muleta gris y  se dirigía a la anciana, exigiéndole que le dejara el sitio dada su dificultad motórica. Sus gritos llamaron la atención de Angustias justo cuando la viejilla, genio y figura, con serenidad, explicaba que lamentándolo mucho, a sus 80 años, no pensaba levantarse.La pareja anexa desvió su mirada hacia los peques; y los carricoches infantiles continuaron postrados como fieles canes y siguieron siendo ignorados.El incidente concluyó, diez frases mal sonantes después, proferidas por la demandante cuando, desde la parte trasera de la guagua, un señor se ofreció a ceder su puesto a la lisiada lo que fue agradecido con un ok. En su renquear hacia el acomodo de reciente aunque fugaz adquisición, pasó junto a Angustias, quien, de pie,pensó en lo que ella llamaba la gente OK.
Al igual que el origen de esta expresión ( una broma del Boston Morning Post, 1839, que modificaba las iniciales de los titulares, en este caso ALL CORRECT) la gente OK. gusta de la confusión.La gente OK. tiene claro que el fin justifica los medios, que no es otro que engordar el ego (lo único que no hay que poner a dieta).La gente OK. es directa porque se considera sincera ignorando lo jodelón que resultan sus gestos y palabras a los demás.La gente OK. aprende a ser simpática solo como moneda de cambio en una transacción en la que obtiene pingües beneficios.La gente OK. calcula esfuerzos y niega el sacrificio gratuito a favor del otro , por ser solo patrimonio de los débiles.La gente OK. apuesta por otro patrimonio. La gente OK. por dentro está hueca aunque luzca un exterior profusamente maquillado.La gente OK en lo privado es triste aunque en lo público sea el alma de la fiesta.La gente OK. entiende la vida como un espectáculo y nunca se baja del escenario porque "The show must go on".La gente OK. para construir, destruye.La gente OK. envilece los momentos, transformando el sano placer del vino blanco, frío compartido con amor, en la gélida escarcha que juega cruel con los sentimientos ajenos.La gente OK. deja a su paso cadáveres sin enterrar, sin incinerar, sin pronunciar, siquiera, palabras sentidas de recuerdo,  agradecimiento o despedida.La gente OK. vende polos de hielo a los esquimales y les convence de que les hace un favor.La gente OK. practica disciplinadamente el yoísmo por lo que elimina de su disco duro el archivo del dolor del otro.La gente OK. cuando tiene poder es mezquina.Para la gente OK., la gente que no es OK., no es gente.
La guagua se detuvo en la parada junto al Mercado, previa sacudida acompañada de un estrépito cacofónico y Angustias bajó al tiempo que la propietaria de la muleta.Estas dos últimas ..... grises.Afortunadamente para Angustias iban en diferentes direcciones. ¿ALL CORRECT versus OK.?Cada cual decide con qué se queda. Buena semana.




EL INNECESARIO DOLOR DE LAS PROSPECCIONES PETROLÍFERAS

Angustias había terminado de aplicar una capa de esmalte antioxidante a una de las puertas delanteras del coche familiar y tras atender una llamada telefónica urgentemente afectuosa, continuó con su rutina diaria olvidando la brocha sumergida en media botella de plástico, improvisada piscina en la que bucear. Dos días mas tarde, Angustias asumía que el grueso pincel sería conducido al punto limpio del pueblo como su última morada. Se congratulaba de que la materia gris de los servidores públicos, elegidos democráticamente, hubiera gestionado eficazmente la creación de un espacio que abarcara los colores del arcoiris y trazara rutas circulares por donde transitar la Naturaleza en sus múltiples manifestaciones. Contemplaba esos terrenos del reciclaje, testigos discretos del desgaste humano pero que como ave fénix, renacían con generosidad y utilidad .Miraba el mar, imposible de obviar pues Angustias residía en el litoral y amaba profundamente la visión de esa colcha azulada y dinámica, a veces plácida, otras aguerrida, pero siempre tan refrescante como el hierbahuerto en el té o el cardamomo en el café.
Había decidido, décadas atrás, ser acólita del sol, el viento, el agua y la tierra que, como decía el sabio clásico, Empédocles, son el origen y constituyen toda la realidad. Y también había entendido, como asimismo sentenciaba el pensador de Agrigento, que las dos fuerzas que actúan sobre los cuatro componentes esenciales son el amor, que une y el odio, que separa.
Por eso, Angustias sufría una fuerte descomposición anímica cuando escuchaba la expresión "prospecciones petrolíferas", porciones de comida basura que como tal, maquillaban su origen y su finalidad, produciendo, eso sí, pesadas indigestiones, con el consiguiente e innecesario dolor.
Angustias no quería que el lugar que le brindaba cada día la posibilidad de existir, se transformara en una ciénaga tan incierta, corrosiva y yerma como el placer nacido en el dolor ajeno.
Angustias no quería que las inversiones públicas en energías de origen fósil (carbón, gas, petróleo) vistieran el maillot vencedor (amarillo en Francia, rosa en Italia, rojo en España), dejando en un rezagado pelotón secundario el desarrollo de alternativas térmicas, hidraúlicas y eólicas.
Angustias no quería que la estulticia de líderes mezquinos abriera pozos de fuego sobre el mar de la confianza en los gestores de lo público, en la justicia del bien común, valores que, por algún extraño sortilegio, propio del mas cutre y obsoleto cuento infantil, parecía que hubieran sido borrados de la mente de los próceres de la nación por siniestros seres diabólicos.
Angustias se decía que tal desastre, va a ser que no .¡Qué demonios! Buena semana.




EL ROBO DEL TANGA ROJO

Angustias tenía 57 años.Esa tarde rondaba una tienda cuyo rótulo exhibía una cantidad de dos cifras que besaba la centena. Paseaba calle arriba, calle abajo hasta que empujada por el recuerdo del ímpetu de las hormonas que otrora la habitaron, entró en el establecimiento cuya música alegre aligeraba las compras.Angustias enfiló la sesión de ropa interior y como si de una espía en peligrosa misión se tratara, atisbó su objetivo, justo en la estantería final del pasillo central.Continuó su andar sigiloso aparentando una tranquilidad que estaba lejos de sentir y al alcanzar la meta, alargó el brazo derecho y atrapó (los dedos como garras) un tanga rojo.Con el trofeo en la mano pensó que solo restaba abandonar el establecimiento y se puso en la fila para pagar la pieza, ignorando su importe, dado lo rápido de su adquisición.Cuando le llegó el turno, la cajera, tras rebuscar por los mínimos confines textiles, se acercó al micrófono, apagando los acordes de una bachata en la que un enamorado aseguraba que su amada era un manantial en el desierto. Durante unos instantes que para Angustias fue un eterno calvario, quedó comprobado el buen funcionamiento de la megafonía y la falta de profesionalidad de la encargada del etiquetado de prendas.
- ¡Juaniiiiiii..... mira a ver el código de este tanga ! - dijo la cajera enarbolando el triángulo para que fuera visible a su compañera que estaba atendiendo en la sesión de deportes, tres pasillos a la izquierda. Juani, si bien tenía buen oído, padecía una importante miopía que ella había decidido ignorar a favor de la estética por lo que se acercó a la caja trayendo un surtido de braguitas trianguladas de diversos colores y estampados entre los que destacaba el de leopardo y el playboyesco.
Angustias no sabía si el color de su cara había pasado de carmesí a marrón pero sí tenía claro que se podría freir un huevo en cada una de sus mejillas.Recordó la apuesta con sus amigas y se juró que la próxima vez se tragaría la lengua antes de hacer lo primero que le saliera del tálamo.
Por su parte, Juani experta en todo lo ponible explicó a Angustias y a toda la cola expectante que se había formado tras de sí, las ventajas y desventajas de la tela tapaverguenzas, sobre todo lo referido a la atención especial que requería el mantenimiento de una depilación regular y la familiarización con las tiranteces del atavío.
Angustias salió del comercio con la pequeña bolsa margullando en el sudor de sus manos , riendo y llorando a un mismo tiempo, mientras pensaba que todo intento requiere valentía en el aprendizaje de nuevas destrezas y en la adaptación a nuevas posiciones.Y así confirmó algo de lo que tenía un poco mas que una ligera sospecha: ella era una mujer valiente.Buena semana.


EL BELLO CONCIERTO DE LOS ANDAMIOS SONOROS

Angustias escuchó un sonido cuyo origen no lograba identificar. Recorrió las estancias del hogar  sin encontrar radio, televisión o dispositivo electrónico que fuera causante de esa extraña cadencia. Nacía el otoño y en aquel lugar aún soplaba el viento fresco que hacía inútil la pericia de profesionales de la peluquería, de lacas y demás aquieta cabellos.Con Eolo llegaba , cíclicamente, la revoltura y ella lo había asumido tiempo atrás. Era el momento de dejar libre pensamientos, deseos y sensaciones.Ya llegaría el invierno para canalizar ansias y especulaciones a través de horarios y cauces oficiales. Pero ahora tocaba airear la vida.No esperaba esa banda sonora tan enigmática pero la aceptó pues  había aprendido que cada época y acontecimiento requiere de un acompañamiento musical diferente; así reconocía e incluso esperaba el llamado momento allegro o adagio según el ritmo de la naturaleza, adosando los calificativos" ma non troppo" o "assai" según el grado de aceleración del mismo. Abrió el balcón del dormitorio principal y observó el edificio a medio construir en frente de su vivienda, parapetado tras unos andamios cuyo esqueleto lo componían sólidos tablones y tubos. Echó una segunda mirada, pues estimaba que no era prudente quedarse con la primera impresión y al fin comprendió. Los cilindros del andamiaje no estaban cerrados y el aire, al traspasarlos sembraba armonía en aquella plácida urbanización. Angustias sonrió, como siempre que comprendía lo ignoto, y se dispuso a disfrutar del improvisado instrumento que, generoso socializaba su melodía. Agradeció el concierto inesperado, saboreado desde su palco particular , deseando intensamente que las sorpresas que deparara la estación de las castañas y el mosto fueran igual de placenteras que aquel exquisito juntar de notas. La maravillosa música se escuchó en aquella calle tranquila mientras fue habitada por andamios sonoros. Buena semana.






LA HORMIGA QUE REFUTÓ EL CATACLISMO

Angustias se despertó somnolienta aquel domingo; ambos (mujer y día teóricamente de asueto) estaban envueltos en una ligera bruma. La zona se hallaba inmersa en una ola de calor y el viento del sur envolvía el lugar con un tul terroso. Para lograr bajarse al mundo con cierta dignidad, Angustias se dirigió a la piscina de la urbanización. Ese día debía cruzar la mitad de la isla para recoger en el aeropuerto a unos colegas y posteriormente acudir a una reunión de trabajo, a pesar de ser festivo. Su familia estaba de vacaciones en Granada (a donde acudía cada año para estrechar lazos familiares) y a ella le tocaba, una vez mas, retrasar el viaje a sus raíces granadinas y lidiar en la negociación de un importante contrato para su empresa. Angustias llegó a la zona ajardinada donde reinaba el rectángulo líquido azulado, y notó algo inusual: era las 10 de la mañana y no había absolutamente nadie en el recinto, no se oía sonido alguno y hasta el viento se había ausentado. Aun medio dormida divisó los balcones que se alzaban en torno al lugar y .... nada. Parecía como si el mundo hubiera desaparecido. Su mente creativa, aunque aún coqueteando con Morfeo, armó una explicación que, dada su configuración matemática, cuadrara las premisas de las que disponía:la conclusión era que la vida se había acabado. Mejor dicho los seres vivos del planeta, a excepción de ella, por una extraña razón, habían desaparecido en el transcurso de la noche. Y el caso es que cada paso que daba confirmaba su razonar: ni rastro de vida alguna, ni siquiera de la mas mísera.Siguiendo el dictado de su temperamento moderado decidió darse un chapuzón (convencida de ser la única superviviente de la Tierra) para afrontar la nueva situación........... al menos mas fresquita. Haciendo gala de su formación científica polivalente, mientras nadaba, estudiaba las consecuencias de su hipótesis que consideraba casi verificada. Descansó tras cubrir 25 metros de brazadas cuanto sintió un leve pinchazo en la mano derecha que echó por tierra todas sus especulaciones, ahora ya definitivamente falseadas: una hormiga se paseaba diligente por el dorso de su mano, a la búsqueda del alimento del próximo invierno. La hormiga... la prueba que refutaba su teoría.........había al menos otro ser vivo en aquella mañana en la que el mundo era brea licuada y Angustias se había entregado, como solía, a dotar de emoción el mas anodino momento; hacía tiempo que había descubierto esta manera de construir momentos apetecibles, sobre todo cuando tenía que enfrentarse a instantes de máxima tensión. Aplastó la hormiga, the end, de su película matinal, y con la firme intención de arrostrar la jornada laboral, se repitió aquello aprendido en cierto libro que afirmaba "donde termina el árido desierto, crece la verde vegetación".Y allá se fue a transitar por el yermo erial para arribar, segura, a un refrescante oasis.Buena semana.





EL PAQUETE DE KRUGER, UNA PÍLDORA PARA LA MEMORIA

Angustias entró en el bar, como era habitual, a la hora de la partida de dominó de los cuatros viejos que acudían puntuales a la cita diaria, si bien venían acompañados por algún familiar que les recogía dos horas mas tarde. Así acontecía desde que ellos podían recordar, lo cual no era mucho decir porque el olvido, sobre todo de lo inmediato, campaba a sus anchas por las mentes de estos adictos a las piezas de puntos negros.Todos eran septuagenarios y en la mesa, junto a las fichas, había una botella de agua con la que se llenaban los vasos que constituían el único líquido permitido a los abueletes y que ellos degustaban como si fueran exóticos daikiris. Ah, sí, había también un paquete de kruger, a pesar de que ninguno fumaba. Angustias recordaba su etapa de fumadora siempre de tabaco rubio aunque hubo algún que otro coqueteo con los cigarrillos negros tras rendir pleitesía a las placenteras demandas de Eros. La película Smoke compartía su banda sonora con una parte importante de su juventud. Transcurridas dos décadas sin fumar ella afirmaba: "Soy de las arrepentidas pero no de las fundamentalistas" e incluso confesaba que aun se sentía embriagada por el olor del tabaco en pipa . Se deslizaba la tarde con la cotidiana y sana monotonía habitual cuando su vecino Alberto se acercó al local para encontrarse con su padre; recién había aterrizado en la isla para pasar una semana con su progenitor; ya hacía tres meses desde la última vez que padre e hijo compartieran tiempo y techo pues el trabajo del joven le mantenía ocupado en otra zona del país. Una vez traspasada la puerta de la tasca, al contemplar el paquete de kruger junto al vaso de agua, a medio llenar de su padre, Alberto preguntó a Celedonio, dueño del bar, si su viejo había vuelto a fumar esos característicos cigarros negros cuyo olor le transportaba a su niñez. El gesto de Celedonio al contestar se vio interrumpido en su respuesta porque los kruger fueron a parar al jugador de la derecha del padre de Alberto, una vez que el anciano hubo colocado una ficha. Alberto no entendía nada, máxime cuando observó que el paquete de cigarros estaba sin abrir. Fue Celedonio quien, aguantando la risa, le explicó que, debido a que la memoria se les iba y venía a estos ludópatas del dominó, habían acordado un truco para saber a quién le correspondía tirar: una vez que se depositaba la ficha había que situar el paquete de Kruger en el lugar del jugador que tenía el turno. Por eso Celedonio guardaba cada tarde, desde hacía dos meses, junto a la caja con las fichas del dominó, un paquete de kruger sin abrir.
Angustias pensó que esto también era realismo mágico como el de Cien años de soledad y se tomó con una sonrisa su cortado de leche y leche y la vida de esa tarde en el bar al que llamaban el quitapenas .Buena semana.







LA PITÓN: ¡JODIDO ANIMAL, YA ERA HORA DE QUE ME DEJARAS TRANQUILO!

Angustias tomaba su té blanco de manzana mientras leía el periódico.Era una mañana de canícula que amenazaba derretir el alquitrán de las carreteras. Mientras dirigía su mirada al kiosko modernista que estaba en la acera opuesta observó que una mujer regresaba del mercado tirando del carro, objeto, durante un tiempo denostado pero que había vuelto a a ser fiel compañía a la hora de ir a la compra desde que se empezó a cobrar las bolsas.Angustias contemplaba la figura madura cuando la señora fijó la mirada en lo que creía la cola de un perro que se revolvía entre las plantas a su derecha pero que en un santiamén se presentaba como una culebra inmensa que la escrutaba desafiante en una posición de contorsionista experimentada. Soltar el carro, gritar, dar unos pasos hacia atrás, volver a chillar, levantar los brazos, fueron secuencias que parecían sucederse casi simultáneamente. No pasaron diez minutos cuando se había congregado un grupo de curiosos, opinadores y expertos en hablar de nada en torno a aquel bicho que se atrincheraba en un lateral del parterre en el que se había quedado enganchado. LLegó la policía gracias a que el móvil y el sentido común de la dueña del estanco que se encontraba en el lugar, pudieron mas que la necia, por paralizante, curiosidad del resto. Dos horas mas tardes, tras el arribo de las autoridades municipales y después del lexatin de 1,5 mg que fue ingerido por la señora aterrorizada y que había vuelto a agarrar el carro, la situación pareció aclararse: el animal era una serpiente pitón que convivía con su dueño, un muchacho de 20 años, la madre del chico y el abuelo, que tenía perdida la cabeza dado lo avanzado de su edad. Fue precisamente este, harto de que el bicho se paseara a sus anchas por el salón quien, en un arrebato de inconsciencia consciente, lanzó al ofidio por la terraza del cuarto piso donde vivía la familia de acogida del reptil. El problema era que el áspid, que la madre llamaba Encarni porque el hocico le recordaba a una prima de igual nombre , carecía de identificación oficial porque su dueño no se encontraba en el país al estar de vacaciones en un paraje lejano y los documentos que acreditaban la legalidad de la estancia de la sierpe en el cuarto piso de 60 metros cuadrados, estaban en paradero desconocido, dentro de los intrincados confines de la habitación del joven.. Así que Encarni, que en realidad se llamaba Ángela (en recuerdo de un amor del joven propietario) pasó a estar a buen recaudo en las dependencias del Estado, como correspondía, según la triste legislación vigente de los países desarrollados, a los sin papeles.Cerca de allí, desde el balcón de un cuarto piso, una figura desgarbada sonreía al tiempo que decía entre dientes: "¡jodido animal, ya era hora que me dejaras tranquilo!."
Angustias mientras hacía a un lado los restos de la tercera taza de té, acompañamiento del improvisado espectáculo y reconvertido en aguachirles tras tanta colaciones, pensaba que una vez mas la Fantasía había sido superada, con creces, por la Realidad.Buena semana.






EL PRIMER AMOR O CÓMO IDEALIZA EL RECUERDO LO QUE UNA VEZ OCURRIÓ

Angustias subió las escaleras del pequeño avión y ante la petición de la azafata ´para que los pasajeros pasaran hacia los asientos delanteros, optó por sentarse junto a una de las salidas de emergencia, justo a continuación de la cabina del piloto.Una auxiliar se le acercó y amablemente le preguntó si había ocupado ese puesto alguna vez y tras obtener una respuesta negativa le entregó a Angustias un folleto explicativo donde se detallaba en dos idiomas las condiciones y responsabilidades de quien ocupara ese lugar durante el viaje. En caso de no cumplir los requisitos o de no sentirse capaz para asumir el compromiso que se le pedía, se rogaba que se pusiera en contacto con cualquier miembro de la tripulación que le asignaría, de inmediato, otra acomodación.Angustias se consideró apta para tal cometido y devolviendo la cartulina plastificada bilingüe, pensó que era la primera vez que le ocurría esto.
Y ya se sabe cómo es la mente, que encadena una palabra con otra y ya se veía Angustias en otra primera vez, en otro cielo que no era el que en ese momento surcaba y sobre unas nubes que distaban mucho de parecerse a las que sobrevolaba en ese momento en su asiento de responsable virtual: se encontraba en el séptimo cielo, en el reino del primer amor.Y allí estaba él, Jacinto, con los ojos rasgados, oscuros, alegres, la expresión saltarina y la sonrisa interminable.Y allí estaba ella, Angustias, riéndole y riéndose en aquella tarde de otoño, a la salida del instituto, a la salida de los 14 años, y a la entrada en lo que ya no era la Educación Obligatoria y que después se llamaría Secundaria, y a la entrada en las turbulentas aguas dominadas por Eros. Confirmando un tópico tras otro, su amor de quince años le produjo mariposas en el estómago, temblores que se expandían más allá del aparato digestivo, desamor, pasión, celos y tras veinte años ( que dicen que no es nada, pero que son veinte años) de fidelidad solo platónica, la consabida decepción cuando Jacinto dejó el mundo de las ideas y se hizo carne.Angustias se dio cuenta de cómo mejoraba el recuerdo la realidad y aún rememora la noche en la que soñó cómo cerraba la puerta a un Jacinto con pullover verde que se quedaba perplejo al recibir un delicadísimo portazo (ella siempre tuvo estilo) de su fiel admiradora.
Acabado el trayecto aéreo sin la necesidad de recurrir a la pericia de Angustias en situaciones de emergencia y recordando al otrora amado Jacinto, una vez mas se repitió su frase favorita ya convertida en mantra :siempre lo mejor está por venir. Buena semana.





EL VIEJO QUE CONTEMPLA EL CIELO QUE VA AL REVÉS

Angustias se incorporó a la fila única que formaba una cola mediana en la pequeña sucursal bancaria.Su tarjeta de débito (que no de crédito a la que por principio se negaba) resultó inoperativa en las dos últimas compras lo que además del inherente contratiempo, la sumió en un estado de rabia porque no hacía tres semanas que hubo de solicitar otra por un supuesto deterioro en la banda magnética.Le llegó el turno de ser atendida y con toda la calma de la que fue capaz expuso ante el gestor del capital la situación.Buscaba saber dónde estaba el problema que parecía desactivaba el valioso rectángulo. Tras cavilaciones varias, el burócrata de las cuentas aclaró a Angustias que su tarjeta había superado el límite permitido de pagos mensuales,independientemente de que hubiera dinero en su cuenta.Angustias, sorprendida, aprendió que podía disponer de su dinero a través de la tarjeta hasta un tope fijo cada mes, del que, curiosamente nadie le había informado, práctica bastante habitual en estos parajes económicos. Quiso creer que porque se le presuponía lo suficientemente inteligente como para adivinar lo que no se le decía con la antelación suficiente a cualquier acción que le incumbiera, porque lo otro había sido sentirse totalmente anulada, mas que la tarjeta ( ya se sabe que eso tiene las creencias, su autoconstrucción es su fundamento eficaz). Rió porque la habían llamado alguna vez bruja pero nunca vidente y menos en el contexto financiero.
Pensó que realmente el mundo funcionaba al revés de la lógica y retrocedió en el tiempo a una tarde de noviembre, a un puente que unía dos barrios urbanos separados por un barranco, al que los del lugar llamaban el Barranquillo y recordó la figura de un anciano, mirada diamantina, brazos asidos a la sólida barandilla y cabeza negando una y otra vez. Su vecino Simeón cuyos brazos y piernas anormalmente cortos en relación al tronco y cabeza eran la herencia de un enanismo del tipo androplásico, se situó junto al viejo y le preguntó por la causa de su expresión de desconcierto.
El hombre solo dijo: "me desperté a las 7 como cada mañana y en vez de hacerse de día, está oscureciendo.El cielo va al revés. " Simeón, disimulando su risa comprendió que lo que el viejo entendía como sueño nocturno había sido una siesta prolongada y de ahí su perplejidad.Con paciencia llevó al despistado longevo a su casa donde Angustias lo recibió con un "¿Dónde estabas abuelo?."
Angustias saliendo de la entidad bancaria tristemente ascendida a la categoría de oráculo de Delfos ,pensó que las sensaciones son esclavas de las palabras que le dan sentido y que por eso era necesario estudiar muchísimo para comprender,era necesario estudiar muchísimo,era necesario estudiar, era necesario, necesario... Buena semana.






LAS GAFAS INDOCROMIC EN LAS QUE VERNOS COMO UN REFLEJO SINCRONIZADO

Angustias desayunó mojando el pan de leña calentito y crujiente,untado de mantequilla amarilla y salada, en un café con leche, oscuro y humeante.Se preparaba para una nueva jornada laboral colocándose las lentillas y comprobando el mas que satisfactorio resultado final. Al contemplar la mirada de esos ojos oscuros y brillantes que le devolvía el espejo le vino a la cabeza cuando, de pequeña, sus padres decidieron apuntarse a la moda de las gafas indocromic, "lentes orgánicas que cambiaban de color de forma natural, bajo cualquier ambiente o intensidad de luz" según rezaba su definición.La preadolescente no tuvo nada que objetar al cambio estético visual pues su cabeza volaba por otros andurriales y así se encontró cierto día, sentada en su pupitre escolar con el rostro contenido en un marco de pasta marrón que albergaba los novedosos cristales de tan prometedoras expectativas cromáticas.
Principiaba la primavera y la mañana fue levantando una panza de burro, típica de la ciudad portuaria en la que habitaba, pero mas propia de los meses estivales, cuando Angustias encontró frente a sí unos ojos que la miraban de forma insistente; esa visión que la visionaba le generó un doble desasosiego porque guiada por una isomorfía engrandecida, cualquier expresión ocular suya se reproducía automáticamente de forma aumentativa, delante de sí. Pasó varias horas intentando esquivar esas pupilas inquisidoras que le presentaban en bandeja todos los interrogantes vitales posibles; qué cuándo, por qué, para qué, cómo..... eran raciones de un menú de degustación para el que Angustias no estaba preparada.¿O tal vez sí?; lidiaba contra esas pestañas cuyo parpadeo sumía a Angustias en inquietante oscuridad semejante a la bajada del telón de la última representación humana.El caso es que en vista de que esa máscara la perseguía y fiel al sentido práctico que ya despuntaba en su carácter y que se manifestaría mas adelante, si bien con sonadas intermitencias,decidió estudiar la cuestión científicamente, lo que para ella era pensar con seriedad.Con mas miedo del que podría reconocer conjurándolo con una observación pausada y dispuesta a entender qué espectro se le había adherido a su contemplar, ensayando el efecto de quitarse y ponerse las gafas, concluyó que lo que acontecía no era sino el reflejo de sus ojos, aumentado por las lentes y oscurecido por el efecto fotosensible de las mismas.Respiró confortada y en secreto pasó a aceptar tan fantasmal compañía según los vaivenes solares hasta que las gafas indocromic, como todas las modas, fueron pasado. ¡Hartita estaba Angustias de las dichosas gafas pero lo sufrió en silencio como otros padecen calladamente hemorroides. !
Angustias ya adulta sonríe cuando sale de casa sin el reverbero omnipresente de aquella época de la niñez en la que se tropezó de frente con la búsqueda del sentido de la vida. Sonríe también porque cuando se da de bruces con trasgos de la aflición, espantajos de la pena , cocos del suplicio, polichinelas del dolor, títeres del malaje y demás destructivas criaturas, recuerda que la solución está en buscar otras gafas.Buena semana.