Angustias tomó su cuaderno,
regalo entrañable y artesano, y escribió:
Opté por satisfacer la necesidad
de escribir cuando descubrí que las palabras me devolvían una imagen mas real
de mí misma que el mas pulcro de los espejos. Mi ánimo encontró, desde entonces,
acomodo entre las letras que, a veces, fluían generosas y otras hacían
trincheras hacia las que me encaminaba segura de salir victoriosa de su rescate.
Paralelamente abandoné otras prioridades, hasta ese momento,
consideradas imprescindibles y sin pausa
pero sin prisa me distancié de la tristeza, de la impotencia, de la angustia, que si bien recuerda mi
nombre, ahí termina toda similitud.
Recuerdo que aconteció en un
tiempo en que el mundo se convirtió en una torre de Babel ininteligible y el
orden de las cosas se exiló en billete solo de ida. Gracias a las palabras que
se despertaban ante cualquier sensación, la realidad emergió como puzle ,
infinito pero al fin y al cabo, compuesto de piezas identificables.
Entendí que hay palabras básicas
en mi diccionario vital: gracias, sol, cielo azul, marbete, alquimizar,
espiral, ilusión, arte, placer, contradicción, serenidad, complicidad……. Asumí
que se puede ser feliz aunque para ello no sea condición suficiente ni necesaria exhibir las
mayor de las sonrisas. Descubrí que la felicidad habita en la mirada que reconoce y otorga identidad. La
pupila inteligente y amorosa engendra ( como diría el poeta) la maravilla y realmente es lo que perdura.
Buena semana.