domingo, 25 de enero de 2015

OPTÉ POR ESCRIBIR CUANDO…


Angustias tomó su cuaderno, regalo entrañable y artesano, y escribió:
Opté por satisfacer la necesidad de escribir cuando descubrí que las palabras me devolvían una imagen mas real de mí misma que el mas pulcro de los espejos. Mi ánimo encontró, desde entonces, acomodo entre las letras que, a veces, fluían generosas y otras hacían trincheras hacia las que me encaminaba segura de salir victoriosa de  su rescate.
Paralelamente  abandoné otras prioridades, hasta ese momento, consideradas imprescindibles  y sin pausa pero sin prisa me distancié de la tristeza, de la impotencia,  de la angustia, que si bien recuerda mi nombre, ahí termina toda similitud.
Recuerdo que aconteció en un tiempo en que el mundo se convirtió en una torre de Babel ininteligible y el orden de las cosas se exiló en billete solo de ida. Gracias a las palabras que se despertaban ante cualquier sensación, la realidad emergió como puzle , infinito pero al fin y al cabo, compuesto de piezas identificables.
Entendí que hay palabras básicas en mi diccionario vital: gracias, sol, cielo azul, marbete, alquimizar, espiral, ilusión, arte, placer, contradicción, serenidad, complicidad……. Asumí que se puede ser feliz aunque para ello no sea  condición suficiente ni necesaria exhibir las mayor de las sonrisas. Descubrí que la felicidad habita en  la mirada que reconoce y otorga identidad. La pupila inteligente y amorosa engendra ( como diría el poeta)  la maravilla y realmente es lo que perdura.

Buena semana.



domingo, 18 de enero de 2015

DE RESECA TASTANA A LODO MOLDEABLE

Angustias notó la garganta reseca. Desde cuatro días atrás llovía tierra, se respiraba tierra, el paisaje era tierra. Así como el polvo en suspensión se fue acumulando en su tráquea, su voz perdió el timbre que la caracterizaba y se mudó al reino del silencio, de la nota cascada, de la vida, como jirón, desgarrada.
Angustias decidió que en las próximas veinticuatro hora cuidaría su afonía y se convertiría en muda espectadora de cuanto aconteciera a su alrededor. Y fue así como se percató de la rapidez  con que se desliza el tiempo entre los dedos, momento a momento. Abrió al azar un enorme libro azul y blanco que recogía Cartas Memorables recopiladas por Shaun Usher y que mostraba al ser humano confrontado con todo un bien ardilado catálogo de  situaciones  posibles ( comunes o extraordinarias). Leyó una carta de Dostoiiesvki a su hermano escrita  mientras estaba preso  en la fortaleza de San Pedro y San Pablo el 22 de diciembre de 1949; aun tardaría cinco años para recuperar la libertad; aun  estaban por escribir los clásicos Crimen y castigo o Los hermanos Karamázov.
Angustias lloró mientras recorría esas palabras en las que su autor imploraba al destinatario que no se apenara por él. Sus lágrimas le aliviaron de la opresión que secuestraba su decir y se sintió como si de tastana reseca se transformara en lodo moldeable. Tomó una de sus infusiones favoritas, la olorosa manzanilla y le añadió unas gotitas de whisky en homenaje al escritor que durante tanto tiempo le había deleitado desde el Savoy y que se había ido, dejándole un sabor a  orfandad.
Angustias dejó pasar el tiempo necesario para que el agua salada cumpliera se función. En pocas horas la rutina le pasaría a buscar. Pero ahora era el momento del callar, del observar, del nostalgiar, como si de una tarde de domingo frío y lluvioso en el que se nos ha quedado algo pendiente se tratara. Era el sabor del paso de la vida contemplado bajo el balcón de la melancolía.

Angustias suspiró y disfrutó de lo que sabía sería un momento etéreo y gris. Lentamente cerró el día con el mejor broche que conocía, el de la complicidad de Marcelo, ante quien no le importaba que por sus ojos discurrieran ríos de sal. Después llegaría la pasión. Buena semana.

domingo, 11 de enero de 2015

¿QUÉ TAL, CHOCHO LOCO?

Angustias, una vez sentada, extendió el brazo sobre la mesa rectangular. Al otro lado, una sonrisa inquieta le daba la bienvenida envuelta en diminutivos almibarados.. La propietaria de la mueca risueña tomó las manos de Angustias y las escrutó con pericia profesional. Una vez concluida la inspección, determinó que lo mejor era hacer una manicura francesa  en las uñas de porcelana que se disponía a componer.
Angustias aceptó la sugerencia y observó la destreza de quien manipulaba la lima con atención plena en su hacer. Era primera hora y se encontraba junto a la joven manicurista en un local decorado a medio camino entre el dálmata y el leopardo. El lugar era espacioso y reinaba el silencio solo roto por indicaciones de la profesional sobre la posición del brazo, a las que se adosaban expresiones empalagosas que se repetían como mantra.
Angustias notó que el aire se iba enrareciendo segundos después de quedar abierto un bote de un líquido transparente. Una alfombra blanquecina flanqueaba la silueta que las manos recortaban sobre la superficie de la mesa. Eran los restos del limado convertidos en copos casi etéreos. Todo era tranquilo y en tres cuartos de hora se acabaría la renovación de sus extremidades superiores.
Angustias escuchó un “Qué tal, chocho” que la sacó del duermevelas en el que se había sumergido acunada por el olor soporífero y el relax al que se había abandonado. La contestación a este saludo interrogativo fue “Cansada, chocho tonto”. A partir de ahí se fue llenando el establecimiento de empleadas y clientas que desterraron al ostracismo la paz anterior y con la alegría por bandera, flotaron los calificativos mas variopintos con las que reconocer estados de ánimo de las protagonistas reconvertidas en altramuces a lo basto.
Angustias se reía con los ojos y el labio superior iniciaba la curva que reflejaba la diversión y la perplejidad. Pensaba que aquel universo femenino trasgredía la corrección del lenguaje y con humor establecía una radiografía certera sobre el estar y sentir de aquellas mujeres.
Angustias quedó satisfecha con el resultado final del trabajo demandado y salió a la calle pensando en lo importante que es saber reírse de la vida, en lo sano que es la tolerancia con la creatividad. Agradeció el ratito echado en aquel refugio de la desinhibición lingüística y se dirigió a su café favorito, aquel que tenía nombre de conversación inteligente, y mientras tomaba un leche y leche,  retomó la lectura del misterio que envolvía la muerte de Rosendo Franco en la obra de Jorge Zepeda Patterson, cuyo título igualaba un nombre propio con el fémur mas bello del mundo.
Angustias agradecía el humor en sus diversas vertientes. Entendía que era un ejercicio de creatividad que servía de piedra de toque para la sociedad que indicaba lo que cuestionaba, incomodaba o no estaba asumido por el ser humano. Comprendía que era necesario y que si bien podría caer en ocasiones en  la zafiedad, era imprescindible para evaluar el rumbo de la historia humana. Se encontraba  en ese momento en lo que llamó “Chocho reflexivo” y con humor  y uñas de porcelana recién estrenadas, anduvo la mañana. Buena semana.





domingo, 4 de enero de 2015

TIEMPO SOMOS ………… TENGAMOS O NO TENGAMOS


Angustias se encontraba en medio de la avalancha humana que había sido convocada por las fiestas navideñas. Estaba en un centro comercial cercano a su casa y la muchedumbre llenaba las dos plantas como otrora hiciera en la calle mayor de su ciudad. Abundaban los paquetes y bolsas de regalo, los gestos de la euforia convertida en prisa y el andar anticipado.
Angustias se detuvo ante un escaparate poblado de  relojes y famosos sentenciando verdades esenciales, con miradas penetrantes en las que afirmaban la superioridad del ser sobre el tener.
Angustias sonrió pues dicha filosofía se utilizaba paradójicamente en clara defensa de lposeer. En estas andaba cuando se fijó en un reloj de marca archiconocida, elegante a la par que funcional. Este medidor del tiempo, como todos los de su especie, iba siendo desplazado por las nuevas tecnologías en su función primaria para mantenerse de forma vitalicia como indicador, esta vez, del estatus de su propietario.
Angustias recordaba otra época en la que era práctica habitual aprovechar los viajes al continente para vender con ganancias cierto tipo de objetos , como el expuesto, que, dado el carácter de puerto franco de la isla, se podía adquirir a un precio considerablemente inferior al que se ofertaba en el territorio peninsular.
Angustias rememoró también la historia escuchada años atrás en la que el permiso de un soldado isleño para visitar a su madre enferma de gravedad se arregló con la entrega a un superior de un reloj de los que en este momento tenía delante y que en la época de la triste anécdota se consideraba un auténtico lujo.

Angustias se dijo que en toda vida, animada o inanimada, hay dos versiones: la oficial y la oficiosa, la aceptable y la inaceptable, la pública y la privada. Hacer que se equilibren requiere de la pericia del mas experimentado funambulista .Supone entender la aventura humana como un potente velcro de dos caras, en el que se adhieren por igual el placer y el dolor en un continuo devenir que no admite pausas. Tiempo somos, tengamos o no tengamos. Buena semana


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