domingo, 6 de julio de 2014

¿POR QUÉ ME LLAMARON PARA QUE VINIERA A LAS 12’30 SI YO TENÍA LA CITA PARA LAS TRES Y YA LLEVO 2 HORAS ESPERANDO?

Angustias entabló la conversación con el administrativo del  centro sanitario; necesitaba pedir hora para el dentista pues una muela del juicio parecía haber perdido el tino  y se empeñaba en mortificarla día y gran parte de la noche; justo el tiempo en el que el analgésico había dejado de hacer efecto; estaba ella con su dolor a cuestas cuando una señora oblonga, esto es, mas larga que ancha, se abalanzó sobre el mostrador quedando en paralelo con la figura doliente de Angustias, ya convertida en un molar sufriente.
Angustias escrutó su pelo encrespado, las órbitas de los ojos salientes y el rictus de la rabia recorriendo los carnosos labios; la señora tenía hora para una cita médica a las 3 de la tarde pero le habían llamado esa misma mañana para que acudiera a las 12’30; así lo hizo la feliz dama pues adelantaría su compromiso médico y dispondría del sosiego tras el almuerzo que, de mantenerse la hora inicial, sería imposible.
Angustias dejó de sentir el pinchazo en su boca; intentaba comprender el entuerto que se desarrollaba a su lado, pero por mas vueltas que le daba no lograba entender lo que ocurría; la señora enervada, con quien compartía vecindad temporal en el mostrador, miraba alrededor, al tiempo que continuaba su queja; explicaba que ella estaba en la puerta de la consulta a las 12’15 y que ya había pasado dos horas y no había viso de que fuera a ser atendida; la historia se complicaba porque era hipertensa y se avistaba las nubes de un fuerte dolor de cabeza; lo que la paciente con paciencia demandaba era conocer el  porqué le habían llamado para acudir antes, si no iba a ser atendida; el celador que intentaba tranquilizarla no pudo responder, la señora que, al otro lado del mostrador, hablaba por teléfono, simultáneamente  desviaba la responsabilidad hacia el médico especialista que sería el que habría conformado  la agenda…….
Angustias obtuvo su fecha para despedirse de la pieza dental causa de su aflicción; con el papel en mano que certificaba el principio del fin del suplicio, contempló a la mujer desesperada, víctima de  la ineptitud burocrática, que lejos de asumir errores y enmendarlos, en la medida de lo posible, mira para otro lado, ajeno al padecer que ha ocasionado; echó en falta la ternura y la amabilidad en el trato del que era objeto  aquella persona vestida con el igualador traje del dolor ; comportamientos que , como bien decía Gibran Kalil Gibran, lejos de ser signos de debilidad y desesperación son manifestaciones de fuerza y decisión.

Angustias entendió que esa no era su batalla pero salió del centro de especialidades con un daño añadido, de difícil localización, cercano a la zona donde aurículas y ventrículos danzan constantemente; y es que en cuanto a padecer toca, la humillación del indefenso es un virus que nos contagia a poco que visitemos los yermos páramos de la injusticia. Buena semana.






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