domingo, 20 de julio de 2014

“SEMBRAMOS AUN DESPUÉS DE UNA MALA COSECHA”

Angustias removía la tierra del parterre cuadrado; a su lado reposaba un envoltorio de papel, hecho con creatividad y acierto, que contenía las minúsculas y oscuras semillas que, en el futuro cercano, trocarían en flores azules, anglosajonas, llegadas a sus manos gracias al afecto de un querido amigo.
Angustias liberó estas diminutas homeomerías vegetales, de un refugio forzoso de meses, cuando Febrero se hizo presente y con ello llegó el momento idóneo para la siembra; en semanas su jardín vería aumentado su censo  con aquella pequeña comunidad irlandesa; habría pues que hacer un seguimiento de su integración en el país donde habían echado raíces un laurel de Indias, una yuca, dos plantas de aloe, un exótico verode, varias matas de hierbahuerto, caña limón, perejil, cilantro y albahaca, así como una hilera de vincas rosadas.
Angustias, años atrás, plantó papas con mas ilusión que pericia;  cuando , a base de agua, abono, cuidado y paciencia, logró recoger la cosecha, saboreó aquel manjar guisado con el mismo deleite con el que se recibe una mención especial ante una creación hecha con pasión.
Angustias, tras la faena agrícola, preparó una tila- naranjo y recordó el espacio que le rodeaba, en otro tiempo yermo, ahora florido con tendencia al alza; pensó en el paisaje después de una batalla en el Oriente Próximo o en el cielo que, a modo de siniestro triángulo de las Bermudas trasladado a las lindes euroasiáticas, engulle vidas sin distinción alguna de raza, color, sexo, idioma, religión, opinión política o de cualquier otra índole, origen nacional o social, posición económica, nacimiento o cualquier otra condición”.
Angustias sintió el pesar por el penar anónimo , lejano, sepultado en la losa fría de la cifra con tres dígitos y una vez mas, recuperó el archivo “Tirar pa’lante” y se dijo que, al igual que ahora contemplaba un pequeño vergel fruto de su empeño constante y  aunque la sal no fuera el aroma agradable con que  el mar perfumara, generoso,  sus días sino una Punta vestida de un venenoso, vomitivo y  vil vertido ennegrecido, habría que ponerse mano a la obra y codo con codo, recordar la frase del lúcido  pensador del siglo I “ sembramos aun después de una mala cosecha”. Buena semana.





No hay comentarios:

Publicar un comentario