domingo, 21 de diciembre de 2014

REORGANIZAR EL ESPACIO INTERNO



Angustias  se dispuso a modificar el orden de los muebles de su salón. Fiel a un lejano ritual, había  cambiado las cortinas, la alfombra y el forro de un sillón de dos plazas. Mantenían su posición vigente un amplio sillón cama con la chaise longe adosada y  la estantería móvil donde reinaban las nuevas tecnologías. Del verde y rojo navideños, el espacio iba  pintándose con el azul cielo y el marrón tierra, colores que encontraban su lugar en aquella zona destinada, en principio, para la reunión y el ocio . Diciembre  preparaba sus maletas para irse.
Angustias recordaba que, años atrás, llegado el mes postrero y con él, el ajetreo de las fiestas que celebraban la paz (en un mundo en guerra) y el fin de año (en  un tiempo de andar cíclico), su hogar se llenaba de adornos, figuras de un belén que se ampliaba con la incorporación de   juguetes infantiles de sus, entonces,  peques y el árbol  propio de otras latitudes que cargaba, estoico con bolas, guirnaldas y  ornatos propios de las fechas y la moda imperante.
Angustias, mientras rediseñaba el sitio, pensaba en los escenarios mudos de la vida; en cómo se convierten en andamios discretos , testigos de la risa y el llanto, de tantas obras (a veces cómicas, otras dramáticas) que jalonan el transcurrir vital.
Angustias recordó las frases de Hölderling “No tengo nada de lo que pueda decir: esto es mío” y sonrió pues el matiz con el que arropaba su pensamiento distaba del utilizado por el protagonista de Hiperión. Lejos de la nostalgia pantanosa, ella celebraba el retorno al pasado como una fugaz  escapada de fin de semana, en la que disfrutaba la intensidad del momento en gran medida por su carácter efímero.
Angustias había aprendido a reubicar los elementos que serían el atrezzo de las jornadas venideras. Había sido uno de los aprendizajes mas significativos de su vida: reorganizar su espacio, especialmente el interno. Y así había aprendido a ser feliz. Buena semana.



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