Principia el siglo XXI con un mundo tan fascinado por los grandes titulares, las inmensas fortunas, lo mega, mega, plus, que el ser humano queda en un segundo, tercero o cuarto plano. A veces hasta desaparece aunque mida dos metros.
Con los dos mil millones y medio
de años a nuestras espaldas, la riqueza, el progreso devienen en una pesada carga a menos que pongamos en valor
este equipaje, nuestro ADN planetario. Las grandes asociaciones al igual que las familias numerosas entran en crisis y
se fracturan, generando nuevas maneras de
encontrarse, de ocuparse tanto de lo
público como de lo privado.
En un mundo globalizado hay que
inventar las herramientas que articulen las realidades micro, repensar el
espacio cotidiano, diseñar una búsqueda del tesoro del sentido común, que
parece extraviado, enterrado y por ahora sin convincentes visos de resurrección.
Hay comida para alimentar a todo
el planeta; los conocimientos científicos y tecnológicos son capaces de
predecir y en gran medida minimizar las
catástrofes naturales; podemos hablar con cualquier ser que habite en las
antípodas, las investigaciones científicas van haciendo retroceder a las
huestes sanguinarias del cangrejo siniestro y sus adláteres; es posible trocar
el sufrimiento (innecesario) en dolor (inevitable) …
Sin embargo 40. 000 personas
mueren de hambre al día en el mundo; el continente asiático registra el 85% de
las catástrofes naturales, de forma cíclica, con daños colaterales inhumanos en
especial para la población mas empobrecida; el ciber acoso, y el integrismo en
sus diversas vertientes: ideológica,
religiosa, política, incapacita a la
hora de articular palabra; 8. 000
personas fallecen diaramente por enfermedades curables, al no tener acceso a su
remedio; los negocios mas rentables son el tráfico de drogas, personas y armas,
dentro de los ilegales y la banca y el petróleo dentro de los legales; ambos
generadores en gran medida de sufrimiento esto es, dolor innecesario.
Tal vez haya que cambiar la
mirada y focalizarla en lo que está a la medida humana; en aprender a digerir
los pasos que se dan; en gestionar el espacio comunitario en el ámbito de la
vecindad, de la cercanía, en la descentralización para que la comprensión de lo
que significa ser político sea eficaz; en potenciar el derecho a cambiar de
opinión y a equivocarse; en situar la alegría en la misma categoría que las
asignaturas obligatorias de lengua y matemáticas, instrumentos básicos para mantenernos vivos y
sobre todo, humanos; en entender la vida como un arte y a quien la vive, como
artista.
Quizás hay que recordar que la
mas pequeña de las llaves puede abrir la mas grande de las puertas. Buena
semana.
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