domingo, 7 de junio de 2015

UN DÍA SALIÓ EL SOL


Dejaba atrás al raudo conejo de Alicia, obsesionado con el fluir del tiempo. Así era su vida en aquella ciudad que sincronizaba aglomeraciones y vacíos según el ritmo impuesto por la adoración al dios Tener.
Cada día su cuerpo se convertía un poquito mas en prisa hasta tal punto que apenas llegaba a asirlo. Llegó el momento en que simplemente desapareció. Claro que nadie se percató de dicha pérdida pues siguió viviendo su vida normal: se levantaba, iba a trabajar, volvía a casa, hablaba a su familia, dormía con su pareja, …… pero su rostro ya no le pertenecía; bajo la máscara de la rutina se abría paso un hueco por el que se colaba la ventolera del sinsentido. A fuerza de costumbre se desentendió de su futuro y delegó el porvenir en píldoras y otros entretenimientos que le anestesiaban el vacío.
Un día salió el sol después de una intensa e  inesperada lluvia y la careta quedó empapada hasta caer por el tobogán de la mueca. La luz entró en aquel hueco sin estancias en las que morar. Y con el fulgor llegó el calor, ese que ralentiza el paso, prolonga el goce, demora el tiempo en una danza eternamente sensual y juega con el miedo al pilla pilla hasta que el susto de puro cansancio finalmente se rinda.
No hubo ningún suceso especial digno de ser registrado; ninguna enfermedad terrible tomó asiento en alguno de sus órganos; tampoco la Parca le dejó huérfano de afecto cercano; no menguó su capital…….. Solo ocurrió que un día salió el sol después de una intensa e inesperada lluvia. Y a partir de ahí ….  respiró la vida y se reconoció en su gesto.  Buena semana.



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