La época de fiesta es un medio de
aglutinar a una comunidad; a veces, el motivo es religioso o laico; en otras,
militar o civil; el momento de celebración grupal es periódico y ocupa la mente
y el corazón de quienes participan en dicho evento: tanto en la anticipación
del gozo como en el tiempo que
transcurre y después, con el barniz del recuerdo.
Los instantes de diversión
colectiva configuran una estela brillante que pone luz en la rutina, relaja
tensiones y busca el placer; es una catarsis de la sociedad que coquetea con el
lado amable de la vida y llena el depósito vital de la energía necesaria para
transitar por las autopistas, carreteras y veredas cotidianas.
Con la feria se troca la rutina e
impera la diversión.
Pero a veces predomina el
desatino y ocurre que una hora y media
después de la función de los Enanos en la Alameda, una mujer de 27 años, hasta
el momento anónima, salta a la primera plana de los medios de comunicación,
víctima del asesinato por parte de una persona siniestra con quien había
mantenido una relación de amor. Laura murió. No pudo sobreponerse al fatal
abrazo que le abrazó. Laura falleció con sufrimiento. Fue en una isla del
Atlántico. Ocurrió en La Palma.
La fiesta se apagó, no solo para
Laura.
El interrogante pone el acento en el porqué.
La población se pregunta qué
hacer; nada devolverá la vida a Laura víctima de la violencia de género.
La población se pregunta hasta cuándo; Laura
es el nombre de una larga lista macabra, a veces nombradas, muchas silenciadas.
La población se pregunta para qué; quizás habría
que recordar el dicho sabio que sentencia quién ama, no mata y parece que por
desgracia, el próximo 25 de noviembre habrá que recordar (que no festejar) la
lucha contra la violencia de género.
No es un asunto individual, es un
tema político, de justicia social, de educación, de salud, de poder. Habrá que
recordar que la dignidad es un atuendo que le sienta a las mil maravillas también
a la mujer; habrá que insistir que en una relación debe primar por encima de todo la
voluntariedad real; y sobre todo tener claro que cuando una mujer dice NO,
quiere decir NO. Buena semana.
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