Eustaquia llegó al aula en la que
treinta pares de ojitos, a punto de salirse de sus órbitas, la miraban
expectante.
Se presentó con el nombre de
Eusti y se ofreció al acompañamiento en el viaje académico que aquellos rostros
infantiles acababan de iniciar.
Con la complicidad del tutor del
grupo, Eusti se despachó a gusto, orgullosa de contagiar la seguridad que –
ella entendía- necesitaban los recién iniciados en la Enseñanza Secundaria. Les
habló de esto y de aquello, encantada consigo misma de lo bien que lo hacía. Y
a base de ejemplos que se envolvían en un silencio salpicado de risas
espontáneas, explicaba lo que se entiende que es la madurez. Decía Eusti que de
grandes, nuestros miedos (en la mayoría
de las veces) son fantasmas que tienen pesadas cadenas a las que aplicamos de
vez en vez 3 en 1 para que no hagan ruido. Por eso- continuaba- aunque las
personas mayores tenemos miedos, vivimos con ellos en una coexistencia pacífica
que nos permite disfrutar de la vida y continuar creciendo.
Era la tercera vez , a lo largo
de la mañana, que Eusti hacía esta presentación. Y se sentía plena.
Pero fue el caso que en medio de
su discurso se le ocurrió preguntar al auditorio de infantes si sabían qué era 3
en 1 y como respuesta encontró un coro de voces que se expresaban a destiempo
en una oleada de murmullos, hasta que sobresalió una rotunda que afirmó “Son
las ofertas del supermercado”. Y otra respondió “ Es lo de algunos champús”. A
lo que otra voz rectificó “Qué va, eso es 2 en 1”.
Eusti enderezó el entuerto previa
humilde carcajada y tras salir del aula se dijo que no es lo mismo saber que
saber comunicar .Y que en cada acto comunicativo, en el fondo, somos punto de
partida y llegada. Tal vez habrá que escuchar el doble de lo que se habla,
preguntar en vez de responder y estar atenta a la mirada que nos oye para que
también aprendamos a escuchar. Buena semana.
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