domingo, 10 de abril de 2016

EN LA CARA OCULTA DE LA LUNA…..EXTRAYENDO DIAMANTES

Escarlata no había puesto a Dios por testigo ante  histriónicos  juramentos . Prefería que en caso necesario el declarante fuera mortal. Pero nunca se había visto en tal tesitura por lo que el recurso a la divinidad quedó relegado a una excedencia que devino en crónica. Llevaba veinte minutos concentrada en la pantalla del ordenador, tan absorta en su trabajo que no percibía el traqueteo con sabor ligeramente metálico del tren. Aún restaba otra media hora de trayecto cuando un señor oblongo se sentó a su lado y con el mayor de los descaro fijó la vista en la pantalla del portátil de Escarlata que mostraba hermosas imágenes de cielos pintados con la aurora boreal.
Escarlata, al percatarse de la intromisión visual , experimentó una ligera incomodidad que hizo que recolocara las escápulas, las crestas ilíacas y hasta los isquiones. Era una reacción que había automatizado tras años de práctica de Pilates ante la necesidad de revisar una postura física o mental.
El señor no se dio por aludido y, como era de esperar, prendió la mecha de la conversación. Escarlata ya se imaginaba las palabras envueltas en la gelatina de la pesadez adherida a los treinta minutos del viaje hasta que llegara a su fin. Pero sorprendentemente el hombre demostró un conocimiento algo más que el de nivel de usuario sobre el qué, el cómo y el porqué de este fenómeno natural que acontece cuando los vientos solares afectan al campo magnético de la Tierra.
Escarlata, animada por la charla erudita, dejó de prestar atención a las cifras y letras por memorizar, desapareciendo el sístole y al diástole del cercanías al quedar prendada de la catarata de información que, generoso, aquel desconocido ponía a su disposición aderezada con entretenidas anécdotas.
Anochecía sin prisas y sin tanta vistosidad como en las regiones cercanas al polo, cuando la charla derivó hacia otros derroteros celestiales. Escarlata , astrónoma de profesión y vocación, se maravillaba ante los enigmas que guardaba celosa la Luna y casualmente terminó su planteamiento con una retórica en apariencia, inocente, ¿”A fin de cuenta quién vive en La luna para descifrar tanto misterio?.” A lo que el varón, con la misma naturalidad con la que había desplegado todo su saber contestó
“Yo .Vivo en la cara oculta de la Luna extrayendo diamantes”.
Acto seguido se levantó y desapareció tras las puertas que no tardaron en volver a cerrarse.

Escarlata constató que en dos paradas llegaría a su destino y masticando los momentos vividos con aquel desconocido  lamentó que el científico minero no se hubiera bajado del tren minutos antes de lo que lo hiciera, ahorrándole la tarea de desentrañar otro misterio aún mayor que los que acompañan al tamaño, órbita, estructura, composición interna y origen de la Luna. Buena semana.

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