Angustias paseaba entre una marea humana que revoloteaba de
caseta en caseta en busca de un remedio alternativo a un malestar ordinario. Navegaba en las aguas del retorno a
la naturaleza, arribando de vez en cuando a las costas del bienestar, envuelta en aromas sugerentes y explicaciones
sugestivas: en una carpa se hacía apología del pensamiento positivo mientras un auditorio deseoso de creer, absorbía
cada palabra de la ponente que se empeñaba en demostrar, sin alzar el tono, que
otro mundo era posible. En otro espacio se practicaba una lenta danza
milenaria; había ofertas de cosmética que se fusionaban con la gastronomía;
Angustias recibió con agrado una mascarilla de pepino que acompañaría el
ratito de relax del fin de la jornada. Se daban masajes con manos cálidas y
sonrisas dibujadas en el rostro; Lo mas curioso es que las farmacias se habían
sumado a esta propuesta y Angustias observó cómo la sabiduría oriental había
tomado la calle principal de su ciudad.
Angustias pensó en los límites entre lo que es y lo que no
es; en la magia de lo exótico; en lo necesario que es que todo parezca
transformarse para sentir lo añejo como nuevo. No sabía si tenía los chacras
alineados o curvados; pero sí era
consciente de que las cosas que llamamos ciertas, a pesar de los disfraces
históricos que exhibieran, mantenían el mismo esqueleto, (que es lo que
realmente sostiene todo cuerpo), a saber, el que debería ser el mas desarrollado de los sentidos: el sentido
común, lo que ella traducía como:
Sosiego en el mirar a los ojos del otro.
Atención a la banda sonora ajena que en algún momento coincidirá,
aunque solo sea en alguna nota, con la nuestra.
Apertura del pecho para aspirar el perfume que produce el
esfuerzo por ser mejor.
Ganas de saborear la historia particular y colectiva,
aderezada con sal del Tíbet o con sal de mesa.
Osadía en la caricia que descubre el placer del encuentro.
Angustias recordó la frase atribuida al padre de la
relatividad que afirmaba:" todos somos muy ignorantes. Lo que ocurre es que no todos
ignoramos las mismas cosas”. Y reflexionando sobre lo dicho por el pensador alemán nacionalizado
estadounidense, matizó Angustias que
cuando falla el sentido solidario, la alternativa estrella es la
ignoranciaterapia. Buena semana.
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