domingo, 20 de abril de 2014

¿MAESTRO, LAS MUJERES DE TODAS LAS ÉPOCAS HAN TENIDO LA REGLA?

Angustias contempló el rostro de la anciana que miraba sin ver; no porque su vista fuera defectuosa sino porque , allá dentro, en el disco duro instalado en su cerebro, se libraba una ardua guerra desde hacía mas de tres años, cuyos vencedores eran unos terribles troyanos. Los triunfadores contaban con un arma letal: el borrado del recuerdo inmediato, de la expresión que fija el pasado reciente. Así iban conquistando los reinos de la cordura que devenían en un efímero, errante, circular e interrogante  eterno retorno cual imperecedera noria.
Angustias observó cómo la viejita se fue apoyada en un bastón, decorado con motivos chinos, sostenida además por unos férreos brazos, dispuestos a enraizarla, en la medida de lo posible, en el volátil país de su presente. Apenas tuvo tiempo de girarse en la silla siguiendo el desaparecer de la entrañable figura, cuando en la mesa de al lado se iniciaba una conversación entre dos señoras que comentaban la entrevista mantenida por una de ellas con el maestro de su hija de 10 años. Se encontraba la niña en la  clase de sociales cuando la pequeña había preguntado a su profesor si las mujeres en todas las épocas de la Historia, habían tenido la regla o solo era algo de ahora. El educador no supo qué contestar porque no llegaba a entender la pregunta ni la curiosidad que la originara por lo que volvió al refugio seguro de los datos oficiales; para la precoz periodista se acabó la posibilidad de solventar su duda por no estar en la programación vigente.  La amiga comentó que era predecible la reacción masculina  y mientras fruncía el ceño, como quien quiere recuperar imágenes de una lejana vida, confesó que en mas de una ocasión, ella se había aburrido mortalmente, estudiando fechas, nombres y acontecimientos en los que no le era posible situarse porque lo femenino brillaba por su ausencia, o en el mejor de los casos, se convertía en botín del ganador. Muchas veces envidiaba a los chicos que se podían encarnar en el pirata, el rey, el ciudadano, el faraón … en el protagonista triunfante per se y no por estar adosado a un gran prohombre.
Angustias saboreó el té rojo que, al tiempo que le proporcionaba energía no entraba en contradicción con el dormir nocturno. Pensó en la palabra como pensamiento, como pintora de la realidad, como creadora de la existencia, como  estilista que marca tendencia pergeñando lo que es moda o lo que incomoda. Y también pensó que la voz compartida (dicha y escuchada) es el carboncillo que perfila el boceto de lo certero, el ribete que marca el lindero de lo verdadero; el yacimiento de lo contable; la vena que transporta el torrente de sucesos historiables: lo que marca la diferencia entre la vida como figura  y la supervivencia como figurante.
Angustias se preguntó cuánta realidad se habría quedado en el mundo de la criogenización a la espera de un buen pensar que la alumbrara, cuánta vida por desentrañar, cuánto mundo posible, cuánto protagonismo anónimo. Y apostó una vez mas por la  palabra que edificara con arte un mundo mejor donde el verbo inclusivo sea el referente de la humanidad y donde todas las preguntas sean pertinentes. Buena semana.




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