domingo, 27 de abril de 2014

TENGO TODA LA DISPONIBILIDAD … PERO

Angustias hacía cola ante el mostrador de aquella academia en la que pensaba mejorar su formación informática. Había tenido tiempo suficiente para escrutar los entresijos y algún que otro descosido de la camiseta prieta que lucía el joven ocupante del puesto delantero, en aquella alineación cuyo destino prometía la inclusión en el vertiginoso paraíso de las oportunidades. A ritmo de tortuga llegó el mancebo a su meta y dada la cercanía, resultó imposible no solo desoír, sino no escuchar la conversación de la que Angustias fue espectadora preferente.
El efebo parecía tener claro la importancia del estudio en su vida dado que su cualificación distaba años luz de las necesidades del mercado. Por tanto  había decidido priorizar el tiempo para el cultivo de nuevas destrezas. Así lo reiteraba al administrativo que  le ofreció el abanico de posibilidades temporales, recomendándole el horario matutino, recalcando las ventajas que supone disponer de gran parte de la jornada para destinarla a los menesteres que estimara oportuno. Y he aquí que el pollillo, previo resoplido, sentenció :” imposible, a esa hora aun estoy dormido”. Disfrazando su perplejidad tras la máscara displicente de la profesionalidad, el oficiante de la burocracia le ofertó el curso de las cuatro de la tarde, “al que estaba seguro – manifestó - podría acudir bien despierto”. Nuevamente se decostruyó el plan porque el muchacho debía dormir una siesta – eso sí, pequeña – tras el almuerzo; “en caso contrario – precisó – no soy persona”. La mente del empleado contemplando la organización de los horarios que mostraba el cuadrante se resistía a la diáspora del sentido común y cuando a la postre presentó las 8 de la tarde como feliz solución, el movimiento de ojos y cejas  del contradictorio  interesado  hizo presagiar que probablemente la narcolepsia había tomado feudo en aquel ser ansioso de formarse. Pero la expresividad cejil y ocular se correspondía con la programación de los eventos deportivos que eran retrasmitidos en abierto o en bares que no cerraban, precisamente en la franja horaria que engullía la del curso vespertino. La búsqueda del tiempo que ya no era oro sino lo siguiente, derivó en la eterna procrastinación. Ante la dificultad para encontrar lo deseado, renegando del tiempo perdido, del lugar equivocado, a pesar de su predisposición, se fue el chico bostezando estentóreamente.

Angustias solicitó los impresos y creyó detectar un asomo de inquietud al otro lado del mostrador cuando una voz agotada le preguntaba por su disponibilidad horaria. Su respuesta tranquilizó al propietario de aquella boca reconvertida en mueca ante el espectáculo del que había sido testigo y pensando en voz alta  murmuró:" menos mas que la mayor parte de la gente está despierta". Angustias tras reservar su plaza en el curso mañanero se dijo que aquel joven tan dispuesto no sería su compañero en el aprender porque estaría profundamente entregado a su sueño. Buena semana.




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