domingo, 8 de junio de 2014

LA TORTUGA QUE LLEGÓ PARA 15 DÍAS Y YA LLEVA 20 AÑOS

Angustias recorría el mercadillo de los sábados que además de los habituales puestos alimenticios, ofrecía un catálogo variopinto comercial que incluía, entre otros, ropas, herramientas e incluso pequeños animalillos; precisamente Angustias se detuvo ante una pecera mediana y rectangular donde un grupo de tortugas diminutas alternaban la natación con estancias en un solarium con forma de isla (palmera incluida).Centrando la atención en dichos ejemplares, un señor comentaba con su esposa que estaría bien regalarle a su hijo uno de esos animalillos acuático-terrestres pues estaba convencido de que no aguantaría mas de una quincena; parecía  ser que el niño se puso muy pesado a la hora de exigir una mascota y entre todas las posibles, se había decantado por una tortuga; por supuesto el pequeño prometía cuidarla en todo momento; los padres, eran conscientes de que era una promesa infantil ( a lo sumo adolescente) por lo que el transcurrir del tiempo despojaría de ilusión y consistencia lo que solo había sido un capricho, un encandilamiento; y  serían ellos, finalmente, quiénes como adultos responsables habrían de hacerse cargo del nuevo miembro de la familia; de ahí la opción por esta adquisición que estimaban de corto recorrido.
Angustias se sonrió ante este razonamiento pues se asemejaba al que Luis (su primer marido) y ella habían realizado cuando su hijo Javier se empeñó en la compra de un quelonio, entusiasmado tras un documental visionado en el cole. La pareja accedió al deseo del retoño, convencida de su efímera existencia. Así se incorporó Truchona a la vida de la familia y así llevaba como miembro honorífico veinte años. Entre tanto, Javier se había casado y cambiado de residencia mientras Truchona permanecía en el hogar de su infancia.
Angustias se dijo que a veces  pensamos que una persona o una situación nos acompañará para el resto de nuestra vida y en un segundo se convierte en eterna ausencia; y que en otras ocasiones, lo que en principio aventuramos como pasajero, termina por acompañarnos como una segunda piel  durante un largo trayecto; en ambas circunstancia decisión y azar equilibraban sus poderes.

Angustias compró cinco anastasias, flores elegantes y discretas y cavilaba sobre las palabras de Harry Quebert al aconsejar  a su discípulo y algo mas, Marcus Goodman, que la sorpresa tendría que ser la figura estrella  en toda trama literaria; se preguntaba Angustias si también lo debería sería en toda trama humana y quedose intrigada ante cuál sería el próximo tapete vital donde casualidades y causalidades jugaran su siguiente partida. Buena semana.


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