domingo, 15 de marzo de 2015

EL AMOR LLEVÓ A JUAN A BUEN PUERTO.

Angustias tomó su cuaderno, regalo entrañable y artesano, y escribió:
Juan tomaba el sol y sentía bienestar. Desde su terraza disfrutaba de una privilegiada vista panorámica de la ciudad a la que el amor le había llevado años atrás. Le gustaba estar enamorado pero mas aun amar.  Nunca tuvo excesivos problemas para acercarse al  objeto oscuro del deseo de turno pero hubo de pasar décadas y décadas para disfrutar con la vulnerabilidad que supone la entrega íntima que no gusta de publicidad, el gesto que eriza en lo mas hondo, el touché  que acelera la sangre en la carrera del placer.
No tenía claro si era la causa o el azar quien ostentara la responsabilidad de la felicidad en la que se había instalado su vida, pero sí estaba dispuesto  a prorrogar indefinidamente el permiso de residencia. A veces le gustaba pensar que cada uno de sus pasos no tenía mas finalidad que llegar a este buen puerto: el del amor correspondido. Otras, se interrogaba sobre lo que finalmente le llevó a aquel concierto después de que su amigo Alejandro le cediera su entrada al no poder asistir por un imprevisto de última hora y que en la butaca contigua navegara una mirada que le invitara a una dulce travesía para la que de inmediato sacó  tarjeta de embarque;  desde entonces surcaba mares, a veces serenos, otras encabritados; no sentía miedo o desaliento pues contaba con un buen timón, el construido a base de sus muchas experiencias; con la mejor tecnología, que le facilitaba  delegar lo que solo era urgente, no importante y un buen equipo con el que compartía orgasmos y valores.
Siempre supo que la vida era complicada y se identificaba con Irving al afirmar que los escritores tienen que describir lo terrible. Y una manera de describirlo, por supuesto, es hacerlo de forma cómica. Por eso cultivaba la alegría, la ironía , fabricando limonadas de cuanto limón agrio apareciera en su andar y para tal acción, nada mejor que el amor.
El amor había enseñado a Juan a mirar a los ojos, a ser generoso, a desear la eternidad del momento, a no necesitar ir dejando cadáveres a su paso, a comprender que quien ama, se cuida y cuida , a no calcular beneficios egoístas, a abandonar el país de nunca jamás, a cultivar la humildad, abonar el deseo y recolectar excitantes y jugosos frutos; el amor lllevó a Juan a buen puerto.
Buena semana.






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