Angustias tomó su cuaderno, regalo entrañable y artesano, y
escribió:
Serapio y Emilia se despertaron mas pronto de lo habitual
para contemplar el eclipse. Se asomaron
a la azotea, con sus gafas negras como si de guardianes mafiosos se
tratara o de vigías medievales apostados en las almenas en espera de inquietantes
noticias. Sonreían con el gesto que da la sabiduría de los años cuando se
rescata la ilusión de la niñez. Saludaban a los vecinos que salían a sus
trabajos o llevaban a sus hijos al cole. Charlaban desde las alturas con dueños
fieles y responsables que paseaban a sus canes envueltos en la brisa
matutina. Era ese tipo de personas que se divertía con las cosas sencillas; tras
haber llorado y reído en tantas jornadas, habían optado por “alargar el chicle”
como decía Serapio. En ellos se cumplía aquello de que “la evolución les ha
dado una capacidad de resiliencia natural” .
Nada hacía sospechar el sufrimiento que soportaron a sus espaldas, ahora
mitigado por el barniz del recuerdo. Como botón de muestra, inimaginable sería
pensar que Emilia hubo de acarrear a su bebé
sin vida desde un ambulatorio por una mala decisión médica, sola, en
silencio, ahogada en llanto; eran otros tiempos y las lágrimas se bebían con la
desgracia que parecía ser “el pan nuestro de cada día”. Sin embargo, llegaron
otros momentos, nacieron otros hijos que a su vez convirtieron a la pareja, ocasionales
astrónomos aficionados, en abuelos. Serapio se jubiló pero continuaba cuidando
de una pequeña finca. Emilia dejó atrás el tobogán de la menopausia y se dedicó
a cultivar las semillas de sus deseos que mantuvo a buen recaudo mientras estuvo
las veinticuatro horas al servicio de su familia., década tras década. Ahora
que no tenían nada que hacer , era cuando mas hacían. Cada jornada disfrutaban de un nuevo e
irrepetible día, habían llegado una vez
mas a otra estación y había tanto que
aprender………. Por la tarde subirían a las redes sociales una foto que perpetuaría el momento en que,
cual simpáticos sicilianos de la Cosa Nostra, se atrevieron a contemplar el sol
en el eclipse del equinoccio de aquella inolvidable
primavera. Buena semana.
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