domingo, 23 de agosto de 2015

SE ELEVABA EL SONIDO POR ENCIMA DE ……

Sonaba Guantanamera en la cafetería de aquel parque amplio aunque acogedor de público variopinto.
Se elevaba el sonido por encima de los gritos infantiles, reclamando la atenta presencia de sus familiares, para que fueran testigos de sus proezas en el tobogán.
Se elevaba el sonido por encima de los chillidos que escoltaban a cada uno de los pedazos de pan, lanzados por manos infantiles y adultas, al lago donde patos, peces y tortugas pugnaban por hacerse con las migas del tesoro.
Se elevaba el sonido por encima de los pensamientos de quienes paseando o en quietud se interrogaban por el sentido de la vida, huidizo como la nieve que se deshace al asirla dejando helados los corazones.
Se elevaba el sonido por encima de los brindis de un grupo de amigos que celebraban no recordaban qué, pues la cita que les convocaba cada domingo extravió su origen en el transitar de las semanas que de pronto fueron años.
Se elevaba el sonido por encima de la intensidad con la que dos pares de ojos se encontraban, anticipando el placer con el que cerrarían el día.
Se elevaba el sonido por encima de los sueños que se despertaban en quienes reposaban sobre una ligera manta, en horizontal contacto con el césped,  cuidado, suave y del color de la esperanza.
Se elevaba el sonido hacia el cielo celeste con alguna hilacha blanquecina que despedía la tarde.
El aire se hacía a un lado, gustoso, para dejar espacio a la melodía brasileña que endulzaba el final de la semana en aquel parque amplio aunque acogedor de público variopinto. Buena semana.







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