Dolores
sintió el pinchazo en la sien derecha y a continuación la explosión de un
volcán que esparcía una estela de lava
dolorosa; poco después brotaban otros cráteres a lo largo de la orografía
craneal. Dolores tenía dolor de cabeza.
Los
niños, el trabajo, la casa, las necesidades de los demás, las obligaciones
voluntarias e involuntarias se habían juntado en el magma que afloraba con una
estridencia paralizante.
Dolores
tenía en ese momento dos opciones: la caída forzada de párpados, la mirada
oriental, encogida y el hocico refeñegado; o por el contrario, el descanso a oscuras,
el masaje con una crema de menta, la bebida de una tisana relajante y el sueño
reparador.
Dolores
pensaba que si ella no estaba a cargo de todo, nada saldría, Por esto una y otra
vez lidiaba los días en los que era presa del dolor de cabeza con su espíritu
de sacrificio como escudo y arma.
Y
así con una periodicidad no deseaba tenía su particular descenso a los
infiernos del que salía tocada y hundida.
Pero
un día, Dolores sentada en medio del caos de necesidades y obligaciones ajenas
se paró y bramó un NO interno tan intenso que los cimientos de la casa se
removieron.
Dolores
escuchó a su corazón que le dijo: TÓMATE TU TIEMPO. Y así lo hizo. Y el mundo
siguió girando. Y Dolores rompió la tarjeta de embarque al Averno.Buena semana.
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