domingo, 3 de enero de 2016

A PARTIR DE MAÑANA ME QUITO DE TOO


Gilda se quitó el guante y lo tiró indolente sobre el sofá.
De un puntapié lanzó los zapatos de tacón stiletto sobre los que había bailado durante las dos últimas horas. Suspiró aliviada.
Estaba eufórica y ya descalza continuó danzando por el salón, al ritmo de la música audible solo para  su corazón.
Le gustaba moverse a su aire. Y cantar. Especialmente cuando nadie podía oírla. Como en ese momento. Se sentía  creativa pergeñando pasos y letras de canciones. Vamos, ¡qué se las inventaba!. Cualquier parecido con la realidad era pura carambola;  pero a ella le gustaba.
Terminaba el invierno y los días se dilataban, perezosos. La luz prolongaba su existencia, retardando el inevitable encuentro con la noche en un dejarse atrapar, paso a paso, por el acogedor horizonte anaranjado.
Gilda adoraba la primavera. No traía consigo el calor asfixiante del estío que hastía.Y suponía el finiquito de prisas, gripes y aire helado,  propios del invierno.
Mientras improvisaba una coreografía alrededor de su sillón de lectura, encendió la radio cuyo murmullo inicial se convirtió en una tertulia con nombre horario donde se desbrozaba un sin fin de posibilidades para la edificación de un mundo mejor con los sólidos cimientos de la paz, la libertad y la justicia social. Centró su atención en la charla solidaria hasta que esta concluyó, final que Gilda rubricó con un zapateado de antología.
“Cada cuál escoge cómo poner punto  final” - se dijo, ligera.
Tras la sabrosa cena y la digestiva manzanilla, Gilda, mujer de contrastes, contempló los restos de comida y bebida ingeridos y  en un arrebato se dijo “¡ a partir de mañana me quito de too!”. Solo ella supo a qué se refería la enigmática sonrisa que dibujó efímeramente  su boca para dar paso a un sentido y divertido “ ¡pero hasta entonces, qué me quiten lo bailao!”.Buena semana.



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