domingo, 24 de enero de 2016

OTRA FORMA DE FELICIDAD: FINALES A LA CANELA

Basilio aspiraba con deleite el dulzón aroma del té verde. Para él era el hilo del que, tirando , hacía presente la forma adecuada de tratar un tema delicado. Se lo enseñó alguien noble, sabio y generoso. En su mente, con la canela, el trauma iba perdiendo su amargor.
Mientras paladeaba la característica y exótica fragancia de la bebida caliente, le dio por pensar en lo útil que sería, en términos emocionales, aprender a cerrar puertas, finiquitar ciclos, despedir las despedidas , de forma grata.
Observaba que la enseñanza de la ceremonia del adiós en sus múltiples versiones, dejaba tras de sí una estela de existencia con regusto a sal y pimienta que distaba de ser digestiva y además podría perjudicar seriamente la salud, sobre todo, el corazón. El continuo trasiego de principios y finales suponía, a menudo, trabajosos buceos por aguas oscuras y saladas que eternizaban el tránsito en cuestión.
Basilio se preguntaba si el diseño de los puntos y apartes vitales no se podría confeccionar con el buen hacer de sastres y costureras que introdujeran en sus telas la sedosa consciencia y la blonda de la aceptación.
Braulio practicaba el desapego inteligente para arroparse con la delicadeza cuando se presentaba el frágil momento sin vuelta atrás. Y a base de ejercitarse, iba dominando la técnica.
Había descubierto que hombres y mujeres, de cualquier edad y condición, disfrutaban de plenitud cuando optaban por desarrollar la inteligencia para tener una visión panorámica del momento, para comprender que cada paso acerca tanto como aleja ;y que para degustar el sabor de la ternura, nada mejor que sumergirse en el perfume especiado de la canela, ya sea molida o en rama. Buena semana.






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