De joven había prisa en su
decir, en su hacer, en su pensar. Sentía pánico ante la ausencia de sonido
cuando la abrasaba el silencio.
Su modo de estar era “oreja
fuera”; no contemplaba , ni siquiera como remota posibilidad, practicar “ oreja
dentro”.
En su paisaje humano
brotaban la calamidad emocional, la precariedad económica y esporádicas
patologías que amenazaban con hacerse crónicas; todas, malas hierbas que no
lograba arrancar de cuajo.
Paradójicamente, su exterior
lucía pulcramente cuidado hasta límites insospechados. Un impulso incontrolado
generaba la confusión entre su Imagen expuesta y su ser preservado cuyo devenir
maquillado con habilidad se inmortalizaba en instantáneas de virtual presencia en el universo digital.
Entre fotogramas estridentes y en color
su día a día era una película muda y en blanco y negro.
¿qué ocurrió para que el
predecible destino abisal trocara en fructífero cruce de caminos conducentes a
la autorrealización?
Pues…..
Cierto día se cansó de estar
cansada y de su andar cansino.
Cierto día cambió de gafas
tras ajustar la graduación que le permitiera contemplar nuevos perfiles del
paisaje.
Cierto día aprendió otra
sintaxis del corazón, se instruyó en una nueva semántica del verbo amar,
conocer y sentir y a base de práctica se
convirtió en perita (no necesariamente dulce).
Cierto día dijo basta.
Cierto día comprendió que
tenía derecho a vivir en paz.
Cierto día el pasado se
desintegró como el sueño al despertar.
Cierto día renació envuelta
en la placenta de la comprensión, llorando al atreverse a respirar, abriendo
los ojos a lo que quería ver y cerrando la mirada a lo que no.
Cierto día ….. cambió: se reinventó.
Ahora sabe que es posible;
que es deseable; que es suficiente y necesario; que es la más válida de las
premisas para partir rumbo al futuro.
Adelante y mucha suerte.
Buena semana.
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