Angustias se encontraba junto a los estantes de los botes de legumbres en
busca de las judías tiernas con las que
pensaba agasajar a su compañero de trabajo Rodrigo. Llevaban dos años sin verse
desde que él cambió de residencia por un ajuste
de la empresa que lo destinó a otro país. Rodrigo saboreaba con
auténtico placer el plato que Angustias cocinaba, especialmente en los días de
invierno, y en alguna ocasión, en cierta jornada estival, petición del colega a
la que, como siempre, Angustias accedía, aunque para ello hubiera de contrariar
el ritmo de las estaciones. Bien es verdad que ese verano el gusto del jamón,
añadido como toque final en la cocción, les acompañó con absoluta fidelidad dos
sofocantes días con sus acaloradas noches.
Pocas cosas podía negarle Angustias a su amigo; como Epicuro
,pensaba que la amistad era el heraldo que invita a la felicidad y procuraba
cultivar esa delicada orquídea del comportamiento a base de llamadas
periódicas, achuchones inesperados, sonrisas acogedoras, miradas cómplices o ……..
judías tiernas.
Angustias conoció a Rodrigo cerca de dos décadas atrás, en un remoto paraje; unidos por un compromiso laboral,
el aislamiento del lugar favoreció confidencias que terminaron en coincidencias
y desde entonces, al menos una vez cada mes, ambos amigos hacían una puesta a
punto dialéctica tan saludable como un buen circuito de talasoterapia.
Angustias mientras freía las cebollas en su cocina, pensaba
en la importancia de tener buenos amigos, esas personas que por azar o
necesidad llegan a tu vida y se instalan desdeñando otros tipos de roce tales
como conocidos, compañeros o
interesamigos. Esta última especie no da gusto a ningún vínculo estrecho sino
que el trato que genera es soso, aguado y frío. Los interesamigos no
reservan nunca en su agenda vital el espacio para perder (¿ ganar?) el tiempo con sus
supuestos iguales afectivos en la
cotidianeidad, sea esta diaria, semanal, mensual o anual. No necesitan
explicitar la correspondencia en los
ritos de esta forma de querer. Para los
interesamigos los demás están fundamentalmente para resolver sus problemas. Son
funcionales. A menudo los interesamigos son personas con mucho éxito económico y en ello invierten gran cantidad de energía. Para estas personas la empatía se
transforma en un contundente empamí (como
diría la escritora Elizabeth López
Caballero). Algunos interesamigos tienen poder, capacidad de deslumbramiento y
una gélida agenda de posibles gestores.
Los interesamigos te dejan una sensación de pérdida de tiempo, cuando has dejado de ser útil para sus intereses y te hacen el vacío.
ResponderEliminarSí. Pero esa sensación de pérdida de tiempo se diluye como la neblina por su falta de consistencia.No es perder el tiempo saber con quién puedes establecer complicidades y con quién no.
EliminarUn tiempo valioso que ya no se recupera; un esfuerzo inútil, porque obtienes indiferencia por respuesta.
ResponderEliminarLos interesamigos son aves de paso y no existe imagen o palabra que se pose en ellos de forma afectuosa. Para mí que el tiempo es valioso no por sí únicamente sino que su valía depende de la intesidad con que se viva y del aprecio con que se le recuerde.. Los dos casos al unísono no se dan en relación a los interesamigos.
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