domingo, 29 de diciembre de 2013

ESTOY EN PELIGRO.TE LLAMO CUANDO SALGA.


   Angustias se descalzó y a continuación  sintió cómo el agua tibia bañaba sus pies. Se encontraba en uno de los paisajes que ella reconocía como el Paraíso: la peluquería. Tras desayunar medio aguacate, cremoso, con un toque de sal, un par de aceitunas grandes, carnosas con un regusto  ligeramente amargo, ambos acompañados de un pan de leña calentito del que reservaba la tetilla para la mermelada de arándanos, un zumo de naranja y un café, Angustias se regaló una sesión de “chapa y pintura” para celebrar que simplemente estaba, era, pensaba y sentía.
 Cabeza con el tinte tornando el pelo negro en un veteado rojizo, sintiendo el placentero bienestar  que le producía el masaje de la manicura, la pedicura, y todas las curas que ofertaba el lugar, Angustias pensaba que cada cual tiene sus pequeños oasis  donde refrescarse del asfixia vital, reponer fuerzas  para continuar  transitando por los páramos y eriales que el andar cotidiano incluía y disfrutar del desconecte  de las viejas y nuevas tecnologías para permitirse…. vivir. En estas estaba cuando sonó el archiconocido tono del móvil indicándole la presencia de un mensaje; echar un vistazo al aparato, contestar un escueto “Estoy en peluquería. Te llamo cuando salgo” y apagar  el cachivache electrónico  fue la secuencia  de acciones que, una vez finiquitada, devolvió a Angustias a su  particular Edén.
Dos horas mas tarde, feliz por dentro y por fuera, Angustias se dispuso a continuar el trasiego de obligaciones y ocupaciones sintiendo que sus pies se balanceaban ligeros, mostrando un rojo carmesí  en las uñas, como insignia de la sangre renovada.
Activó su teléfono y se inició una cascada de mensajes aterrorizados, signos interrogantes, preguntas ininteligibles que la situaron en medio de un escenario siniestro, tan desesperanzado y funesto como el texto teatral  “Los peces rojos”, en el que se  describe lo peor  de la condición humana, obra que se representaba por esos días en un entrañable cine reconvertido   en teatro puntero de su ciudad natal.

El caso es que debido a la priorización de su placer sobre las demandas del exterior, Angustias erró en el mensaje y donde quería poner “peluquería” se coló un inquietante “peligro” que en nada concordaba con la prometedora frase “Te llamo  cuando salga”. 
A pesar de que puso todo su empeño en  deshacer el  entuerto, tranquilizando  al receptor de aquel galimatías, Angustias no pudo dejar de reír por dentro y por fuera constatando cómo  la inconsciencia, el descuido y  el cansancio pueden producir tanta zozobra en el otro ; pesar  por completo ajeno al placer propio, aunque este fuera su causa. Y reconoció que su parte brujilla, en ese momento, se decidió a salir luciendo sus mejores galas por dentro y por fuera. Buena semana.





4 comentarios:

  1. Es la realidad virtual. Llegó para ayudarnos en la realidad real, continuó como complemento de ella y se está convirtiendo en su sustituta.

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  2. Sí, pero somos nosotros, todavía, los que decidimos qué uso hacer de ella. Por ahora ,podemos elegir lo que queremos que conforme nuestra realidad, ya sea desde la virtualidad o desde la presencia. Cada cual decidirá qué hacer.

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  3. Sí que tienen peligro,... los oasis digo. Y las peluquerías también. Recuerdo a una bella mujer que se sintió fatalmente atraída por el cauce de un río. "Full on¡ Calle.

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  4. La mujer del marido de la peluquera .... yo oí algo al respecto. Ella no se andó con chiquitas: ante la posibilidad de que él no bailara para ella.... se convirtió en sirena. En fin.. es un punto de vista....

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