domingo, 17 de agosto de 2014

EL DIOGÉNES QUE LLEVAMOS DENTRO: GUARDAR EN EL TRASTERO LO QUE TIRAREMOS MAS ADELANTE.

Angustias tomó un refrescante gazpacho mientras hacía un alto en las horas que cada seis meses dedicaba a la revisión de los objetos de su plantilla vital, para determinar quién renovaba por un semestre mas, quién pasaría a integrar otro paisaje humano o al banquillo del desván, en espera de volver a ser titular.
Angustias llamaba a esta operación limpieza “Sacar el Diógenes  que llevamos dentro” . A veces era una tarea compartida con Marcelo; otras era un acto  individual que se convertía en un auténtico viaje interior. Al tomar en sus manos un libro, un elemento decorativo, una pieza de ropa o cualquier pedazo de su entorno familiar, iniciaba el recorrido por la ruta de la nostalgia, con paradas a veces cómicas, algunas bulliciosas, otras apartadas y algún que otro túnel del terror. Conocía lo que encontraría en cada estación: una foto fija en el abismo de los tiempos, un paraje en el que no era posible habitar salvo a través del ímpetu de la evocación; siempre, un lugar de paso: el pasado, placenta del presente que tras producido el nacimiento, se desprendía de su piel.
Angustias se vestía con alguna prenda significativa de lo que había sido los últimos meses; una vez implantado el nuevo orden, pasaba a depositarse en el trastero donde se guardaba junto a otros enseres descatalogados.
Angustias había aprendido que este rito simplificaba su vida; era una  brújula que le orientaba, que le  hacía experimentar la fortaleza al tiempo que le reconciliaba con su vulnerabilidad; y a ella le gustaba sentirse animosa, segura e independiente. Por eso se nutría de todo lo que, de la mano del sentido común, contribuía a sembrar campos de bienestar en su vida; y esta puesta a punto hogareña era parte de esa alimentación; igual ocurría con la lectura; en este proceso catártico ,estaba ojeando la obra de Elizabeth Gilbert cuya versión cinematográfica tuvo un éxito discreto protagonizada por  estrellas fulgurantes del mundo del celuloide. El libro, cuyo título era un triple  imperativo, “Come, Reza, Ama” había sido subrayado, como todos,  por Angustias; las líneas resaltadas  reflejaban los pensamientos de la protagonista que en primera persona narraba “Si quiero ser una mujer autónoma de verdad, tengo que saber protegerme. La célebre feminista Gloria Steinem aconsejó a las mujeres que procurasen ser iguales  a los hombres con quienes quisieran casarse. Me acabo de dar cuenta de que no solo tengo que convertirme en mi propio marido sino también en mi propio padre”.  Angustias compartía estas ideas y entendía que eran parte de la base de su valiosa relación con Marcelo: la igualdad de base que permitía el cultivo de las diferencias enriquecedoras.

Angustias finalizaba la misión reubicadora tras unos días en los que  había echado un vistazo a los acontecimientos recientes y los  sucesos añejos, pensamientos y sentimientos que se presentaban como souvernirs emocionales, interlocutores ora locuaces, ora mudos, pero siempre testigos de los pasos andados. Tras decidir qué regalaría, situaba  un par de cajas en tránsito en los dominios del altillo. Ella sabía que también era  cuestión de tiempo su partida a un nuevo destino. Ella sabía que también era  cuestión de tiempo. Ella sabía . Buena semana.


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