domingo, 24 de agosto de 2014

SENTIR EL MIEDO Y CONQUISTARLO………. HE AHÍ LA VALENTÍA

Angustias agradecía que la temperatura fuera agradable en ese estío que, desmarcándose de la tendencia de años anteriores, había desterrado las olas de calor como parte de su programa .El cielo estaba azul, el mar guardaba  simetría cromática con él, solo interrumpida por un encaje espumoso, regocijo de quienes habían optado por pasar el día a lomos del olor a sal.
Angustias amaba el entorno playero y mientras saboreaba un atún fresco a la plancha, papas arrugadas con mojo rojo y ensalada, mantenía una entrañable conversación con un amigo que le nutría tanto como el plato que degustaba.
Angustias observó un puesto ambulante de figuras talladas en madera que se acomodaban en una tela oscura junto a diversas piezas de bisutería de procedencia africana. El gestor del puesto sonreía ante una turista nórdica que se interesaba por unas esculturas femeninas alargadas. Aunque en la transacción predominaba la comunicación gestual dado que ambos hablaban lenguas diferentes, tras unos breves instantes, quedó cerrada la operación comercial y empresario nómada y clienta viajera se despidieron, satisfechos, esta vez con una mirada cómplice.
Angustias trabajaba por aquella época en el área de Recursos Humanos y admiraba la disposición, que parecía innata, de algunas personas, a la hora de especular o negociar. En cierta ocasión coincidió con Cayetana que era conocida entre sus iguales como la fenicia y que desde pequeña, según  ella misma contaba, apuntaba maneras en el sutil arte del comercio. No llegaba a los doce años cuando en el portal de su casa, colocados en un orden impecable  se alineaban dos tongas de cuentos y tebeos. Los que se amontonaban en el margen superior de la manta, suelo del escaparate horizontal, estaban destinados a la venta. En cambio, los que se encontraban en el margen inferior y que gozaban de su predilección, se ofertaban para un alquiler por el cual se podían leer durante el tiempo y en el lugar que Cayetana habilitaba en su particular abacería de las letras. Con el tiempo, Cayetana cosechó éxitos profesionales y se trasladó de la ciudad de Angustias con vistas a promocionarse laboralmente.
Angustias no tenía una vocación desde su infancia y sospechaba que la vida le ofrecía posibilidades tan dispares que a veces se enrabietaba por no poder abarcarlas todas. Sabía que si  optaba por una, habría de renunciar a las demás y que con cada decisión dejaba una estela de posibilidades en el limbo de lo latente. Sin embargo, con el tiempo se había reconciliado con el dilema de la decisión y se entregaba con pasión a su apuesta obviando lo que podría haber sido y no fue. A fin de cuentas, en cierta medida, ella siempre elegía. Para llegar a ese punto de aceptación en el que la persona se reconoce como valiosa, independiente de los consensos o disensos con el resto de la humanidad, hubo de dar Angustias muchas vueltas a su cabeza y corazón, (emparejados de por vida) ; como siempre se tiene que contar con  ayuda, que a veces llega por los caminos mas insospechados, ella se tropezó con unas frases de Nelson Mandela que además de reconfortarla momentáneamente, se convirtieron en referentes de su vida; el líder libertario afirmaba que no es mas valiente el que no tiene miedo sino el que sabe conquistarlo. Y a partir de ahí, Angustias pudo disfrutar de las ventajas presentes a cada paso que daba, fuera en tierra firme o pantanosa. En la vida de Angustias moraban muchas conquistas logradas, que es lo mismo que decir muchos miedos vencidos pero sobre todo, experimentados. La dificultad como aprendizaje, era la interpretación que hacía Angustias de las palabras de aquel hombre de piel oscura y corazón de arco iris. Buena semana.







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