domingo, 9 de octubre de 2016

Nº 170. CONTRACORRIENTE ….. EN MODO SALMÓN

Adargoma se acomodaba en el sofá procurando no aumentar el dolor de su muslo con un movimiento brusco. Aunque le costaba reconocerlo se sentía derrotado en lo que parecía, por el momento, su última batalla. Lo más irritante era tener que aceptar  que la falta de atención lo confinaría en los próximos días  a la estrecha celda del sillón de tres plazas. Veinticuatro horas antes, absorto como estaba atendiendo al móvil, anduvo por la calle hasta que tropezó con un contenedor de basura, desplazado de su enganche por la fuerte ventolera que azotara la ciudad desde comienzos de la semana. Y ahí estaba él, en pleno sábado con el ánimo de lunes.
Adargoma se refugiaba, a menudo, en sus pensamientos para distraer su malestar. Pero esta vez no encontró el asilo ansiado en las imágenes hechas palabras que, a modo de película, se sucedían en su mente, fotograma a fotograma, con un triste adagio como banda sonora.
Adargoma era fuerte físicamente y se vanagloriaba de tener gran fortaleza mental. De hecho, manejaba el difícil arte de surfear por la nata de las emociones sin tocar nunca fondo. Pero esta vez la cosa pintaba diferente: el accidente, en apariencia sin importancia, se complicaría acabando en la amputación de una pierna. Su pensar hasta ese momento sereno recorrería los entresijos de la impotencia y la desesperación a la pata coja; su trabajo actual que implicaba visitar a las empresas que proveía, devino en tres líneas de un curriculum que poco tenía de vida. Y su relación con la mujer junto a la que arribara  día sí, día también,a las costas del placer, viajó hacia la zona polar sin billete de retorno.

Adargoma, por largo tiempo, vivió en shock, maldijo, se rompió y rompió cuanto y a cuanto osara cruzarse en su camino y  buceó ´en el más profundo de los pozos sin encontrar agua sino hiel; hasta que cierto día, pasadas muchas, muchas lunas, se observó delante del espejo comprobando que su pierna ortopédica quedaba bien sujeta, dispuesto a saborear lo que de dulce, amargo, agrio y picante trajera la jornada a punto de estrenar. Tardó tiempo, pero cierto amanecer, atrapado por el abrazo excitante que prometía una inauguración voluptuosa del amanecer, único por ser presente,  se sorprendió agradeciendo haber aprendido a nadar contracorriente. Y así, en modo salmón, se sumergió en la satisfacción de su deseo…. Buena semana.


No hay comentarios:

Publicar un comentario