domingo, 10 de noviembre de 2013

EL VIEJO QUE CONTEMPLA EL CIELO QUE VA AL REVÉS

Angustias se incorporó a la fila única que formaba una cola mediana en la pequeña sucursal bancaria.Su tarjeta de débito (que no de crédito a la que por principio se negaba) resultó inoperativa en las dos últimas compras lo que además del inherente contratiempo, la sumió en un estado de rabia porque no hacía tres semanas que hubo de solicitar otra por un supuesto deterioro en la banda magnética.Le llegó el turno de ser atendida y con toda la calma de la que fue capaz expuso ante el gestor del capital la situación.Buscaba saber dónde estaba el problema que parecía desactivaba el valioso rectángulo. Tras cavilaciones varias, el burócrata de las cuentas aclaró a Angustias que su tarjeta había superado el límite permitido de pagos mensuales,independientemente de que hubiera dinero en su cuenta.Angustias, sorprendida, aprendió que podía disponer de su dinero a través de la tarjeta hasta un tope fijo cada mes, del que, curiosamente nadie le había informado, práctica bastante habitual en estos parajes económicos. Quiso creer que porque se le presuponía lo suficientemente inteligente como para adivinar lo que no se le decía con la antelación suficiente a cualquier acción que le incumbiera, porque lo otro había sido sentirse totalmente anulada, mas que la tarjeta ( ya se sabe que eso tiene las creencias, su autoconstrucción es su fundamento eficaz). Rió porque la habían llamado alguna vez bruja pero nunca vidente y menos en el contexto financiero.
Pensó que realmente el mundo funcionaba al revés de la lógica y retrocedió en el tiempo a una tarde de noviembre, a un puente que unía dos barrios urbanos separados por un barranco, al que los del lugar llamaban el Barranquillo y recordó la figura de un anciano, mirada diamantina, brazos asidos a la sólida barandilla y cabeza negando una y otra vez. Su vecino Simeón cuyos brazos y piernas anormalmente cortos en relación al tronco y cabeza eran la herencia de un enanismo del tipo androplásico, se situó junto al viejo y le preguntó por la causa de su expresión de desconcierto.
El hombre solo dijo: "me desperté a las 7 como cada mañana y en vez de hacerse de día, está oscureciendo.El cielo va al revés. " Simeón, disimulando su risa comprendió que lo que el viejo entendía como sueño nocturno había sido una siesta prolongada y de ahí su perplejidad.Con paciencia llevó al despistado longevo a su casa donde Angustias lo recibió con un "¿Dónde estabas abuelo?."
Angustias saliendo de la entidad bancaria tristemente ascendida a la categoría de oráculo de Delfos ,pensó que las sensaciones son esclavas de las palabras que le dan sentido y que por eso era necesario estudiar muchísimo para comprender,era necesario estudiar muchísimo,era necesario estudiar, era necesario, necesario... Buena semana.






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