domingo, 10 de noviembre de 2013

ANÓNIMOS: PERSONAS PROTAGONISTAS PERO NO DE GRANDES TITULARES

Angustias se fundió en un cálido abrazo con Marcela, su compañera  de trabajo de otra época que amaba los boleros tristes y siempre sufría por amor. Se habían encontrado por casualidad en una cafetería con nombre de conversación  inteligente, “La tertulia” y fueron envueltas por la emoción   durante el tiempo que duró la charla en torno a un capuchino cremoso.
Angustias le contó su matrimonio con Luis y el nacimiento de sus tres hijos  así  como la imprevista muerte de su esposo. La expresión de Marcela  reflejaba cada uno de los episodios narrados por su amiga  y sus ojos almendrados  pasaron de ser   brillantes ciruelas a convertirse en castañas llorosas que miraban  hacia la tristeza que navega a la deriva por la curva  descendente de su boca.
Llegó el momento de que Marcela  hiciera la  puesta al día de su biografía .Empezó por darle ánimos a su antigua compañera explicándole con un histriónico y misterioso gesto que estaba segura de que le esperaba una época feliz porque ella veía el aura de las personas y la de Angustias estaba muy limpia, blanquísima, no como la de la camarera que les había servido . La bendecida con tal higiénico halo pensó que había cosas que no cambian ya sea  buscar el sentido de la vida en objetos y palabras (materiales o intangibles)  externos a la persona , como  el derroche de bondad (eficaz o torpe). Así era su  Marcela y así ella la quería.
Marcela hizo el recorrido por sus amantes mas notorios y reservó un capítulo aparte para el que llamó “el de los ojos de gremlin de la buena suerte” y que  le dejó  un hijo como  recuerdo perenne; cada vez que  contemplaba  a su vástago, Marcela  recordaba la expresión apasionada y vivaz del padre de la criatura. Lástima que una boa se escapara del zoológico y lo encontrara tan suculento como a ella siempre le pareció. ¡Cuánto sufrió  Marcela!. Pero como no era mujer que hiciera del desaliento marbete buscó consuelo a tanto dolor en compañía de sus iguales y así conoció a los anónimos, gente grande pero no  de grandes titulares, con los que descubrió que no tenía voluntad mas allá de una pareja, del   chocolate, del trabajo, los boleros  y finalmente de las canciones  de Romina Power y Albano. Se reunían los viernes y durante hora y media era respetada en su decir y ella escuchaba con atención los avatares de la vida de diez desconocidos que” buscaban en Sherazan la verdad” y para quienes un trago de vino en el camino era la felicidad”. Reconocía el grupo que la separación artística y personal de la pareja le supuso  trabajar duramente  en muchas reuniones pero que al final entendieron que en toda situación “hay que acordarse de llevar, maletas llenas de amor”.
Angustias y Marcela apuraron sus cafés con crema, chocolate y canela. Se despidieron con un cálido estrujón y los ojos de Marcela se tornaron   pistachos que dejaban entrever un verde no de esperanza, sino lo siguiente.  Angustias  anduvo hasta su coche y pensando en Marcela se sorprendió tarareando  los versos que sentenciaban “tu mirada inocente entre la gente , la felicidad” con marcado acento  italiano . Buena semana.










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