domingo, 10 de noviembre de 2013

LA INVITACIÓN A UN TUPPPER ESPECIAL

   Angustias daba vueltas a la pequeña invitación cuyo voluptuoso texto le convocaba a una reunión femenina en casa de una compañera de la empresa. La emisaria de la nota había sido la secretaria de la primera planta que, fiel a su costumbre, masticaba chicle mientras hablaba (según ella era el ejercicio ideal para mantener los maxilares en formas), por lo que Angustias recibió el mensaje acompañado de una flexible, serpenteante y fucsia cortina ensalivada.
Nunca había estado en un sarao de esas características y aunque se consideraba una persona tolerante padecía el miedo generalizado que hace soltar la carcajada ante la mera mención de lo que siquiera de forma colateral tratara de sexo .Recordaba que por una apuesta con sus amigas había tenido que comprar un tanga rojo, mofa y escarnio incluidos. Y aunque en su vida íntima no ponía mas fronteras a la consecución del disfrute que las acordadas por su ella y su pareja, ambos de mentalidad cosmopolita, asistir a una velada cuyo motivo fuera conocer novedades que estimularan la exploración de las sendas del gozo,( manuales y a pilas , con demostración incluida de su funcionamiento), compartiendo artilugios, explicaciones parlantes dictadas por gurús de la concupiscencia, con mujeres que formaban parte de su paisaje humano, cotidiano pero estrictamente laboral, no terminaba de convencerla.
   A pesar de sus dudas, Angustias cedió a la tentación y cuatro horas tras empezar la prometedora cita, tenía las quijadas desencajadas de tanto reir a mandíbula batiente. Por sus manos pasaron sugerentes reproducciones anatómicas, cachivaches con provocativas formas animales o vegetales y otros tipos de instrumentos que, imposibles de conceptualizar situó en el campo de la abstracción (su interés se centro en el cómo y el para qué de los objetos en cuestión, desdeñando el qué o el porqué del mismo). Angustias era una mujer práctica que ejercía como tal.
   El aire de la noche envolvió el salón del divertido encuentro con una cómoda calidez y el vino blanco, frío, de aguja, servido con habilidad, puso el broche áureo a un día diferente en el que aquellas mujeres, Angustias incluida, llegaron a sus casas, con menos saldo en sus cuentas gracias a la omnipresencia de los datáfonos pero con la expectativa infantil ante los juguetes nuevos que espera tener la mas mínima oportunidad para …… jugar. 
   A la mañana siguiente, durante la jornada laboral, hubo miradas y sonrisas de complicidad acompañadas de algún que otro comentario solo apto para las iniciadas. Y es que aunque el dolor une, no cabe duda de que en cuestión de fusión, no hay pegamento mas eficaz que el placer. Buena semana





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