domingo, 10 de noviembre de 2013

EL PRIMER AMOR O CÓMO IDEALIZA EL RECUERDO LO QUE UNA VEZ OCURRIÓ

Angustias subió las escaleras del pequeño avión y ante la petición de la azafata ´para que los pasajeros pasaran hacia los asientos delanteros, optó por sentarse junto a una de las salidas de emergencia, justo a continuación de la cabina del piloto.Una auxiliar se le acercó y amablemente le preguntó si había ocupado ese puesto alguna vez y tras obtener una respuesta negativa le entregó a Angustias un folleto explicativo donde se detallaba en dos idiomas las condiciones y responsabilidades de quien ocupara ese lugar durante el viaje. En caso de no cumplir los requisitos o de no sentirse capaz para asumir el compromiso que se le pedía, se rogaba que se pusiera en contacto con cualquier miembro de la tripulación que le asignaría, de inmediato, otra acomodación.Angustias se consideró apta para tal cometido y devolviendo la cartulina plastificada bilingüe, pensó que era la primera vez que le ocurría esto.
Y ya se sabe cómo es la mente, que encadena una palabra con otra y ya se veía Angustias en otra primera vez, en otro cielo que no era el que en ese momento surcaba y sobre unas nubes que distaban mucho de parecerse a las que sobrevolaba en ese momento en su asiento de responsable virtual: se encontraba en el séptimo cielo, en el reino del primer amor.Y allí estaba él, Jacinto, con los ojos rasgados, oscuros, alegres, la expresión saltarina y la sonrisa interminable.Y allí estaba ella, Angustias, riéndole y riéndose en aquella tarde de otoño, a la salida del instituto, a la salida de los 14 años, y a la entrada en lo que ya no era la Educación Obligatoria y que después se llamaría Secundaria, y a la entrada en las turbulentas aguas dominadas por Eros. Confirmando un tópico tras otro, su amor de quince años le produjo mariposas en el estómago, temblores que se expandían más allá del aparato digestivo, desamor, pasión, celos y tras veinte años ( que dicen que no es nada, pero que son veinte años) de fidelidad solo platónica, la consabida decepción cuando Jacinto dejó el mundo de las ideas y se hizo carne.Angustias se dio cuenta de cómo mejoraba el recuerdo la realidad y aún rememora la noche en la que soñó cómo cerraba la puerta a un Jacinto con pullover verde que se quedaba perplejo al recibir un delicadísimo portazo (ella siempre tuvo estilo) de su fiel admiradora.
Acabado el trayecto aéreo sin la necesidad de recurrir a la pericia de Angustias en situaciones de emergencia y recordando al otrora amado Jacinto, una vez mas se repitió su frase favorita ya convertida en mantra :siempre lo mejor está por venir. Buena semana.





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